Boukreev fue un gran alpinista de la década de los 90 que se hizo mundialmente famoso al estar involucrado en el desastre del Everest de 1996. Su papel en la catástrofe ha sido muy discutido desde que John Krakauer publicara primero un artículo y luego su best seller: Mal de Altura. Villano para unos, héroe para otros, lo que es innegable es que Anatoli fue un gigante del alpinismo. La relevancia que está adquiriendo últimamente la velocidad y los números hace aún más interesante el recuerdo de su figura.
Currículum alpino
Año | Monte | Notas |
---|---|---|
1974 | Talgar y Tien Shan | Primeros ascensos de 5000m |
1981-93 | Tien Shan, Pamir y Caucaso | Mas de 30 acensos de 7000m. 4 veces Leopardo de las Nieves |
1987 | Lenin, 7134m | 14h de CB a CB |
Comunismo, 7459m | 1º Puesto nacional en velocidad | |
Elbrus, 5642m | 1º Puesto nacional en velocidad | |
1988 | Macizo del Pobeda, 7439m | Primera travesía. |
1989 | Kanchenjunga, 8586m | Primera travesía -uso de oxígeno obligatorio- |
1990 | Pobeda, 7439m | Primera invernal -hasta 7400m- |
Denali, 6149m | Ruta Cassin | |
Denali, 6149m | Récord 10h 30min | |
Khan-Tengri, 7199m | ||
Pobeda, 7439m | Primer ascenso en solitario. 30h | |
1991 | Dhaulagiri, 8172m | Nueva ruta Muro Oeste. 10 de Mayo |
Everest, 8848m | Via Normal. 7 de Octubre | |
1993 | K2, 8611m | Via Abruzzos, 30 de Julio |
1994 | Makalu, 8481m | Ascenso rápido 46h, 15 de mayo |
1995 | Everest, 8848m | Via Norte, 17 de Mayo |
Dhaulagiri, 8172m | Solo y velocidad. 17h 15min, 8 de Octubre | |
Manaslu, 8156m | Invernal, 8 de diciembre | |
1996 | Everest, 8848m | Ruta Normal, 10 de Mayo |
Lhotse, 8511m | Solo y Velocidad, 21h 15 min, 17 de Mayo | |
Cho Oyu, 8511m | Solo y estilo alpino, 25 de Septiembre | |
Shisha Pangma Norte, 8008m | Solo y estilo alpino, 9 de Octubre | |
1997 | Everest, 8848m | Via Normal, Uso de oxígeno, 26 de abril |
Lhotse, 8511m | Via Normal, Intento de travesía, 26 de Mayo | |
Broad Peak, 8047m | Solo y velocidad, 36h, 7 de Julio | |
Gasherbrum II, 8068m | Solo y velocidad, 9h 30min, 14 de julio | |
Annapurna, 8091m | Nueva ruta invernal. Muerte 25 de diciembre |
Sus inicios
Boukreev nació en 1958 en Korkino, cerca de Cheliábinsk, una ciudad situada en los Urales. Pronto demostró interés por las montañas, ingresando en el grupo escolar de geólogos con 12 años. Con ellos realizó sus primeras salidas y acampadas. También se inició en el esqui -disciplina donde acabaría destacando-.
En 1979 se graduó en física y dejó Cheliábinsk para mudarse a Alma Ata en Kazajistán. Bajo el paraguas del famoso entrenador Ervand Ilyinski realizó el servicio militar en los cuerpos de montaña. A los dos años una meningitis le apartó del ejército pasando a la reserva.
A pesar de esto, Anatoli afrontó ascensiones complicadas en el Tien Shan y Pamir -incluyendo múltiples escaladas de 7000m- ingresando en el equipo nacional soviético. Su fortaleza no pasó desapercibida y por ello recibió una invitación para la selección de alpinistas que intentarían la segunda expedición soviética al Himalaya: la travesía del Kanchenjunga.
1989: Travesía del Kanchenjunga.
La primera expedición soviética al Everest en 1982 había resultado un éxito. Once alpinistas rusos pisarían la cima del mundo por una nueva ruta. De ellos, Myslovsky y Balyberdin -este último sin oxígeno- serían los primeros. Esto animó al comité de deportes para una nueva y ambiciosa expedición.
El objetivo era realizar la primera travesía a las cuatro cimas del Kanchenjunga. Para afrontar el reto, seleccionaron durante dos años y mediante una serie de exigentes pruebas, a un equipo formado por los 20 alpinistas más fuertes de la Unión Soviética.
Entre ellos estaban figuras que habían triunfado en el Everest como Balyberdin, Khrishchati, Bershov o Valiev así como otros debutantes en esas altitudes como Arsentiev, Bogomolov o Boukreev -que había destacado en las pruebas de selección-.
El potente equipo soviético se desplazó en 1989 a las laderas del Kanchenjunga estableciendo una estrategia pesada de asedio al más puro estilo ruso. Se organizaron distintos equipos cada uno de los cuales se encargaría de montar los campamentos y equipar cada una de las distintas cimas por las que se haría finalmente la travesía.
Polémica por el uso de oxígeno
Ya durante esta primera etapa surgieron problemas de criterio. Mientras que unos usaban oxígeno para equipar sus cimas, el equipo liderado por Balyberdin -con Boukreev, Arsentiev y Khrishchati- encargados de la cima central de 8.482m, no lo usaron. Khrishchati lo resumía así: «los moscovitas quieren mostrar cuán más fuertes son que el resto del grupo (¡usando dopaje con oxígeno, que nosotros nos negamos a usar!)«.
Esta competitividad se debía a que de los 20 alpinistas, solo 10 serían seleccionados para la travesía. Para esta selección Balyberdin y Khrishchati defendían criterios deportivos, primando a los que habían sido capaces de subir sin oxígeno. Esto hacía que la totalidad elegida fueran de la sección kazaja y suponía un problema de índole política. Finalmente la burocracia y la política pudo más y se optó por seleccionar a dos de cada sección.
Un decepcionado Khrishchati recogía en su diario tras la reunión: «después de todo, Tolya Boukreev irá, él será el representante del grupo. Es más probable que haga la travesía sin oxígeno. Físicamente, él es el más fuerte del equipo«. Pese a que acertó en la selección -fueron seleccionados Balyberdin y Boukreev- por desgracia, se equivocó en su predicción, ya que los líderes tenían otros planes.
Disolvieron el grupo de Balyberdin, integrándolos a él y a Anatoli en dos equipos diferentes. Cada uno haría la travesía en sentido inverso y se haría obligatorio el uso de oxígeno para asegurar el éxito. Balyberdin recuerda cuando se cruzó con Anatoli durante la travesía: «No lo reconocí detrás de su máscara. Inmediatamente se empezó a quejar de que le hubieran obligado a usar oxígeno y dijo que había perdido totalmente el interés en la travesía«.
Finalmente la travesía se realizó con éxito y Boukreev fue uno de los principales protagonistas. Esto le trajo los honores y más altas distinciones del régimen soviético junto con los otros 9 alpinistas que cumplieron la hazaña. La expedición se cerró con un total de 85 ascensos a las distintas cimas del Kanchenjunga, de las cuales 16 fueron sin oxígeno -entre ellas la primera de Boukreev-.
1990: Pobeda invernal y primeros récords en solitario
Al año siguiente el comité soviético fijó un nuevo objetivo: la primera ascensión invernal al Pico Pobeda -7.439m-. Bajo el liderazgo de Zinur Khalitov, la expedición contaba con 20 alpinistas, entre ellos Boukreev.
Nuevamente se formaron 4 equipos, esta vez autónomos, y se prescindió del uso de tiendas de campaña en altura usando únicamente cuevas de hielo. Esta decisión provenía de experiencias anteriores en ascensiones invernales y aunque en el Pobeda se alcanzaban temperaturas de -50º, en las cuevas apenas rondaban los -5º.
A pesar de los esfuerzos de los equipos, solo uno logró llegar a la cumbre el 2 de febrero de 1990. Fue el liderado por Khrishchaty y que contaba entre otros con los hermanos Bogomolov. Por desgracia, Boukreev se quedó a escasos 40 m de la cima, alcanzando los 7.400m. El estado de congelación de 6 compañeros -algunos precisaron amputaciones- obligó a cancelar sus intentos.
Durante el resto del año Anatoli viajó a Estados Unidos, donde realizó dos escaladas al Denali. La segunda de ellas supuso un récord de velocidad, ascendiendo en solitario desde el glaciar en 10 horas y 30 minutos. Durante agosto añadió dos cimas más en lo que sería su especialidad, en solitario y velocidad: Khan Tengri -7.010m- y Pobeda -7493m-.
1991: Dhaulagiri y Everest
Ruta nueva al Dhaulagiri
En la primavera de 1991 se produjo la primera expedición íntegramente kazaja. Liderada por Kazbek Valiev y Ervand Ilyinsky, contaba entre sus filas con 11 grandísimos alpinistas como Souviga, Bukreev, Moiseev o Khrishchaty.
El objetivo era trazar una ruta nueva directa al muro Oeste del Dhaulagiri. La empresa era mayúscula, Hawley recogió en su informe del Himalayan Database que era «incluso más difícil que la formidable pared Sur del Lhotse«.
La diferencia de altura desde el campamento base (3.900 m) hasta la cumbre (8.167 m) era enorme y para salvarla emplearon 6 campamentos de altura. Además, el terreno era mixto de roca y hielo con una gran dificultad técnica, incluyendo tramos de más de 80º.
Después de cinco semanas en la pared, el equipo formado por Boukreev, Khabibulin, Souviga, Moiseev y Tselischev salió del C-IV (6.200 m) llegando a la cima a las 10:00 am del 10 de mayo. Tres días más tarde subiría el resto del equipo, a excepción de Dedi que sufrió un accidente al comienzo de la expedición rompiéndose la mano. Fieles a su estilo, no usaron oxígeno.
Primer ascenso al Everest
Ese mismo otoño Balyberdin había organizado una expedición Ruso-Americana con el objetivo de batir el récord de velocidad de Batard al Everest. Dado el perfil de la ascensión que planeaba y el historial que ya acumulaba Anatoli, decidió contar con él.
Llegaron al Campo Base a mediados de septiembre y tan solo dos semanas después, el equipo de vanguardia formado por Boukreev, Balyberdin y Cooney subió para aclimatar al C-IV, en el collado Sur. Una vez allí quisieron subir un poco más con fin de mejorar la aclimatación y de paso Balyberdin filmar un poco.
Sintiéndose bien, Anatoli y su amigo Kevin Cooney siguieron hacia cima, aunque éste último se tuvo que dar la vuelta antes de la cima sur. Balyberdin, viendo que continuaban, les siguió llegando a la cima dos horas más tarde que Boukreev.
Tras descender al Campo Base, se produjo una larga discusión donde Balyberdin reprochó esta salida no planeada a Boukreev. A su juicio era una violación de la disciplina y llegó incluso a prohibirle nuevas salidas.
Además de esto, los oficiales y resto de alpinistas del Campo Base miraban con escepticismo esta cima. El mal tiempo, la escasa aclimatación de los rusos y la velocidad con que se había producido junto con que no usaran oxígeno, generaba dudas. Por suerte, Boukreev había bajado una cruz que una expedición española había dejado en la cima unos días atrás, tornando así las dudas en admiración.
A pesar de la prohibición, a los 5 días de haber descendido al Campo Base, Boukreev aún intentaría otro ascenso en velocidad demostrando una gran fortaleza. El mal tiempo lo detuvo a 8300m tras 16 horas. Balyberdin intentaría a su vez subir, pero con la misma suerte que Anatoli.
Durante ese mismo año, un acontecimiento afectaría de forma contundente al futuro de Boukreev y sus compatriotas rusos: la disolución de la Unión Soviética.
1993: K2
Tras los hechos de 1991, la financiación al alpinismo soviético cesó. Para muchos alpinistas con cargas familiares supuso el fin de sus carreras. Otros subsistieron siendo guías de montañas, esquí o realizando trabajos de lo más variopintos. En ese clima, durante 1992 Boukreev no pudo realizar ninguna expedición más allá de las cercanas montañas del Pamir.
Esto cambiaría en 1993, cuando Reinmar Joswig organizó junto con Peter Metzger una expedición al K2 sin oxígeno. Con el fin de realizar un equipo con la máxima probabilidad de éxito invitaron a Andrew Lock, a Ernst Eberhardt y a Anatoli Boukreev, de quien Reinmar era amigo tras conocerse en el Pico Comunismo.
Andrew Lock recordaría: «En mayo de 1993 recibí una invitación para unirme a una pequeña expedición internacional al K2. Aunque no conocía a todo el equipo, acepté inmediatamente cuando vi un nombre que destacaba: Anatoli Boukreev«. Anatoli le había causado una honda impresión en el Everest: «le vi subiendo a una velocidad increíble por la pared de Lhotse en zapatillas, ahorrando sus botas para la parte más dura«.
El verano de 1993 el equipo acometió el ascenso con Anatoli en cabeza equipando y abriendo la ruta. Tras pasar el cuello de botella, y dado lo tardío de la hora, Boukreev propuso bajar a hacer noche al C-IV y acometer la parte final de ascensión al día siguiente. El hecho de que las previsiones meteorológicas futuras fueran desfavorables, hizo que al fin se decantaran por continuar. A las 18:00 Boukreev llegaría a la cima seguido de Peter Metzger y Andy Lock.
Anatoli y Peter iniciaron el descenso de inmediato, mientras que Andy se quedó un poco más en la cima. En su descenso se cruzaron con los miembros de una expedición escandinava y con su compañero Reinmar Josgwig que se había quedado rezagado. A pesar de sus recomendaciones -y de las posteriores de Lock- Josgwig decidió continuar ascendiendo.
Ya de noche, Anatoli alcanzó la tienda confiando en que Metzger llegaría poco después. Cuando Lock abrió la tienda y escuchó a Boukreev preguntando: «Peter, ¿eres tu?» supo de inmediato que su compañero había muerto. Ambos estuvieron observando la ruta, por si veían algo, pero fue en vano. Al cabo de dos horas llegó uno de los escandinavos, Rafael Jansen.
Al interrogar a Jansen sobre Peter, solo acertó a contar que su compañero Daniel Bidner había muerto fruto de una caída. De Metzger no sabía nada y la última vez que vió a Reinmar fue llegando a la cima. Nunca más se supo de los dos lideres alemanes.
Al día siguiente Boukreev y Lock tuvieron que evacuar a Jansen, que colapsó victima de un edema cerebral. A pesar de que salvaron la vida al escandinavo, el resultado no podía ser más demoledor. El K2 se había cobrado la vida de 3 de los 6 alpinistas.
1994: Makalu
La asfixiante situación económica en Kazajistan hizo que Boukreev buscase una salida en Estados Unidos. Allí su compañero del Kanchenjunga, Serge Arsentiev, se había asentado contrayendo matrimonio con Francis Distefano. El matrimonio Arsentiev le ofreció alojamiento y Anatoli pronto se hizo conocido en la comunidad.
Lo ocurrido en el K2 interesó a un periodista local que publicó una entrevista a Boukreev sobre los hechos, llegando a oidos de Thor Kieser. Kieser era dueño de una agencia de la localidad llamada Condor Adventures que estaba preparando una expedición al Makalu. Ésta sería la primera expedición al Himalaya en la que trabajó Boukreev como guía.
En teoría estaba contratado como asesor, pero en la práctica fue el líder de la escalada. Abrió ruta, eligió donde poner campos y fijó cuerda. Como resultado, Boukreev y el boliviano Guarachi -ambos sin oxígeno- llegaban a 50m de la cima, donde unas torres de hielo les separaban de la cota más alta. Ante semejante obstáculo, Guarachi lo consideró suficiente, así que descendieron.
Del resto de la expedición, Anatoli lamentaba especialmente que Neal Beidleman no hubiera podido llegar a la cima. Neal era un corredor de ultafondo y había trabajado duro. A pesar de haber desmantelado ya los campos inferiores, Boukreev le propuso un ascenso rápido.
Con Anatoli nuevamente a la cabeza y ante la incredulidad del resto de compañeros, los dos alpinistas se lanzaron hacia la cima. En solo 12 horas lograban llegar al C-III (7.700m), donde encontraron su tienda arrasada por el viento. Tras emplear horas en arreglarla y descansar un poco, salieron de nuevo, pero el ritmo de Neal no convencía a Boukreev. Preocupado por la seguridad, decidió sacrificar el plan express y volver a descansar a C-III. Al día siguiente ambos llegarían a la cima del Makalu sin uso de oxígeno embotellado.
1995: Everest, Dhaulagiri, Manaslu
Guiando en el Everest
Al volver a Katmandú despues del éxito en el Makalu, Neal y Anatoli fueron invitados a una fiesta donde Rob Hall -dueño de la agencia Adventure Consultants- celebraba el éxito de su expedición al Everest. Allí se encontraban entre otros Henry Todd -dueño de Himalayan Guides- y Scott Fischer -que fundaría Mountain Madness-.
En otoño de ese mismo año Thor Kieser volvió a contratar a Anatoli y Neal para una expedición al Cho Oyu. Por desgracia, una vez allí, problemas con los permisos y china hicieron imposible la expedición. Además, un brote de cólera en India cerró el tráfico impidiendo la vuelta de Anatoli por carretera. Al encontrarse bloqueado y sin nada que hacer, se desplazó al campo base del Everest, donde Henry Todd intentaba escalar el Lhotse.
Todd ofreció a Anatoli trabajo guiando a sus clientes al Island Peak, cosa que hizo encantado. De ese modo nació la relación comercial que los uniría en el siguiente proyecto: el Everest de 1995.
La expedición al Everest discurrió por la ruta del collado norte en la vertiente Tibetana. Durante la estancia en el Campo Base, una inoportuna lesión de Todd dejó a Boukreev la responsabilidad de liderar la escalada.
De los diez clientes, siete lograrían la cima. Alguno de ellos además realizaban la primera escalada nacional. Esto comparándolo con expediciones como la de Rob Hall, en la que ningún cliente consiguió subir ese año, era un gran éxito. Para Boukreev supuso su segundo Everest sin oxígeno y una inyección económica que le ayudaría en sus siguientes retos.
Dhaulagiri solo y en velocidad
Para ese otoño, la sección kazaja de alpinismo había organizado una expedición a una ruta nueva al Manaslu. Anatoli feliz de volver a escalar con sus compañeros se comprometió inmediatamente, pero los problemas económicos en la exrepública soviética obligaron a los organizadores a anularlo. Cómo Boukreev ya tenía el pasaje para ir a Katmandú, decidió ir de todos modos y buscar alguna expedición.
Encontró un grupo de georgianos que aceptaron que les acompañara a su expedición al Dhaulagiri siempre que él pagara su parte. Una vez allí, compartieron ruta y aclimatación, pero ante el temor de que la figura del kazajo eclipasara su ascensión, decidieron que el ataque a cumbre lo harían por separado.
El 7 de octubre Boukreev saldría en solitario a las 18.30 del campo base llegando a la cima del Dhaulagiri cerca de las 11:30. Había subido en 17 horas, lo que suponía un récord en la montaña.
El aparente éxito contrastaba con lo que Anatoli realmente sentía: «Cuando inicié el descenso, el objetivo que me había inspirado dejó de interesarme. Había escalado el Dhaulagiri sólo y en 17 horas, pero no estaba contento con mi logro. Entendí que el tiempo no era importante, el verdadero significado de mis esfuerzos residía en mi conexión con la montaña«.
Manaslu invernal
A la vuelta en Katmandú, Boukreev se encontró con sus compañeros Kazajos. La expedición había encontrado finalmente fondos y habían decidido realizarla en diciembre. Pese al cansancio del Dhaulagiri, volver a escalar con sus compatriotas y el desafío de un ascenso invernal al Manaslu convencieron a Anatoli a unirse a ellos.
El hecho de tener que acometer la expedición en condiciones inviernales llevó al lider de la expedición, Kazbek Valiev, a descartar la ruta nueva que habían planeado. Así que por la ruta normal, los diez kazajos se lanzaron a la conquista del Manaslu, donde tuvieron temperaturas de -40º.
El 8 de diciembre a las 6.00 am ocho alpinistas kazajos salieron del C-IV hacia la cima del Manaslu. Mikhaelov y Grekov, tras los rigores de la expedición, fueron los únicos que no se encontraban con fuerzas para intentarlo. Cerca de 6 horas más tarde el equipo formado por Moiseev, Boukreev, Baimakhanov, Gataoulin, Souviga, Mourayev, Sobolev y Malikov pisaban la cima e iniciaban un rápido descenso.
Tras reagruparse en el C-IV continuaron hacia C-III, al que fueron llegando con cuentagotas a excepción de dos alpinistas: Mikhaelov y Grekov. Los lideres informaron desde el Campo Base que los veían a la altura del C-IV sentados en la nieve. Sin tiempo para descansar, Boukreev y Gataoulin salieron en la oscuridad para rescatar a sus compañeros. Tras 3 horas llegaron a ellos y empezaron un complicado y peligroso descenso que devolvió la vida a los dos alpinistas.
El éxito del equipo kazajo reavivó en Boukreev la esperanza de que el alpinismo volviese a interesar en su país y por tanto a recibir financiación de nuevo, de forma que los retos que escogiera no estuvieran tan condicionados por los poderes económicos.
Sin embargo, antes incluso de que esta expedición comenzara, Anatoli no solo había coincidido con los Kazajos en Katmandu. Scott Fischer, que había creado recientemente Mountain Madness, se encontraba en esas fechas resolviendo trámites burocráticos en la capital de Nepal.
Aprovechando un encuentro fortuito, Fischer fichó a Boukreev para guiar su primera expedición comercial al Everest en 1996.
1996: Everest, Lhotse, Cho-Oyu, Shisha Pangma
Desastre del Everest
Mucho se ha escrito sobre la trágica temporada premonzónica del Everest de 1996. El negocio de las expediciones comerciales, que se estaba asentando, congregaron aquel año a un número de escaladores nunca antes visto en el Campo Base de la montaña.
Dos equipos serían los protagonistas principales de los hechos que acaecieron. Uno era la expedición comercial de Adventure Consultants, liderada por Rob Hall, con dos guías -Michael Groom y Andy Harris-, ocho clientes -entre los que estaba el periodista John Krakauer- y ocho sherpas -con Ang Dorjee como sirdar-.
Por otro lado estaba la expedición de Mountain Madness. Liderada por Scott Fischer, también con dos guías -Boukreev y Neal Biedleman-, ocho clientes y otro ocho sherpas -con Lopsang Jangbu de sirdar-.
El dia de cima
Tras completar las salidas de aclimatación, los dos equipos -junto con uno taiwanes- salieron hacia la cima el 10 de mayo. Problemas con la fijación de cuerda en la parte alta ralentizó a los equipos, llegando a frenar a los 34 alpinistas bajo el escalón Hillary. Fueron los primeros indicios de un problema que hoy se ha agravado exponencialmente: la masificación del Everest.
Boukreev, que escalaba como siempre sin oxígeno, equipó ese delicado tramo para las dos expediciones y abrió camino hacia la cima que pisaría el primero. Tras 90 minutos en la cumbre mientras llegaban unos clientes y esperaba a otros y dado lo tardío de la hora -2:00 pm- decidió volver.
En el descenso se cruzó con algunos clientes aún ascendiendo y con Scott Fischer, su jefe en esa expedición. Analizando el ritmo que llevaban, Anatoli temía que los clientes se quedaran sin oxígeno, así que estimó como mejor opción bajar por delante para preparar bebidas calientes y poder llevarles oxígeno -que solo tenían en ese campamento- en caso de necesidad. Según Boukreev, Scott estuvo de acuerdo con el plan y así procedió.
La tormenta
En las horas siguientes, lo que era un tiempo benigno cambió inesperadamente y una tormenta se instaló en la parte alta de la montaña. Los clientes de la expedición de Hall y de Fischer que no habían conseguido llegar a las tiendas, se habían agrupado en una penosa comitiva que apenas podía progresar y donde uno a uno se fueron quedando sin oxígeno. Sin visibilidad alguna y perdidos en el Collado Sur, los guías Neal Biedleman y Michael Groom, decidieron agruparlos y esperar ayuda (ya que temían que al caminar perdidos acabasen cayendo por la cara Kangshung). Más arriba, ambos líderes de las expediciones tenían también graves problemas.
Doug Hansen, cliente de Rob Hall, había desfallecido y Hall se negaba a descender sin él, por este motivo pedía que le subieran oxígeno. Scott Fischer también había colapsado y aunque Lobsang Jangbu lo había arrastrado durante buena parte del descenso, llegó un punto donde no pudo más. Entre lamentos, el sherpa se vió obligado a dejarlo lo más a resguardo que pudo y continuar su descenso.
El rescate
Boukreev, que había llegado hacía unas horas al C-IV, observaba con preocupación el cambio de tiempo. Cuando la tormenta empezó a arreciar decidió hacer una tentativa de auxilio. En solitario se enfrentó con la tormenta subiendo otra vez por la ruta. Sin embargo, la visibilidad era casi nula y esto hacía que la búsqueda fuese imposible en los tramos donde no había cuerda fija. Finalmente Anatoli tuvo que regresar a la tienda.
Las horas pasaban, la noche cayó y la situación se hacía cada vez más crítica. En un instante de claridad, el grupo que estaba en el Collado Sur pudo orientarse, pero por desgracia no todos podían andar. Biedleman, Groom, Schoening y Gamelgard, realizaron una tentativa en busca de ayuda llegando a las tiendas. Allí solo encontraron a Boukreev con capacidad de socorrerles.
Tras meterlos en el saco, darles té caliente y oxígeno, los recién llegados solo fueron capaces de darle unas imprecisas indicaciones sobre el resto del grupo. Anatoli cargó con oxígeno y un termo de te caliente, saliendo nuevamente sólo bajo el huracán. Esa primera salida fue infructuosa y tuvo que volver a recibir más indicaciones. En su segunda salida Boukreev encontró al grupo.
Allí estaban amontonados Tim Madsen, Charlotte Fox y Sandy Pittman. Cercana al grupo yacía inerte Yasuko Namba -cliente de Rob Hall- también se encontraba Beck Weathers, pero ni siquiera lo vió. Boukreev hizo un triaje rápido, viendo quien podía moverse por si mismo. En esa primera salida, arrastró a la tienda a Fox en una penosa caminata que le llevó más de 40 minutos. A Pittman y Madsen les dejó la otra botella de oxígeno que había llevado.
Tan pronto como dejó a Fox en la tienda y consiguió obtener otra botella de oxígeno, volvió a internarse en la tormenta. Eran las 4 de la mañana cuando llegó al grupo. Pittman había mejorado gracias al oxígeno pero no se mantenía en pie, mientras que Madsen con la otra botella que traía, aunque a un ritmo lento, si podía andar. Arrastrando a Pittman, los llevó a la seguridad de la tienda. Por desgracia, este esfuerzo sobrehumano le dejó exhausto no pudiendo hacer otra salida.
Yasuko Namba perecería en el Collado Sur esa noche. Al día siguiente, Rob Hall moriría cerca de la cima. Doug Hansen y Andy Harris desaparecerían también en la montaña.
Ascensión en solitario y velocidad al Lhotse
Al día siguiente y a pesar de los esfuerzos del día anterior, Boukreev realizó una tentativa para rescatar a Scott Fischer subiendo a 8400m. Por desgracia lo encontraría ya muerto. Para darle la mayor dignidad posible, Anatoli sacó el cuerpo de la ruta y lo tapó con su mochila. A pesar de haber salvado la vida a tres personas, la muerte de Namba y de Fischer le pesaban profundamente.
Tras volver al Campo Base y en menos de una semana, Boukreev subiría al Lhotse. Esta ascensión la había planeado previamente con Fischer -que fue el primer americano en coronar esa cima- y a sus ojos era un bonito homenaje.
La subida al Lhotse comparte buena parte de la ruta con la del Everest. Anatoli salió del campo base a las 20:30 del 16 de Mayo, haciendo noche en el C-III (último campo en común). A las 17:45 del día siguiente y bajo un fuerte viento, alcanzaría la cima. Le había llevado 21 horas y 16 minutos la ascensión, estableciendo un récord en la montaña.
Sin embargo no le supuso alegría: «No podía quitarme el pensamiento de Scott esperándome. Él confiaba en mi fortaleza«… «Mire nuestra ruta al Everest. En algun lugar entorno a los 8300 yacía el cuerpo de Scott Fischer».
La polémica
La tragedia pronto trascendió a los círculos alpinos. Los medios generalistas americanos dedicaron extensas horas a cubrir lo acontecido y en esa opinión tuvo un peso decisivo el artículo que John Krakauer -periodista y alpinista de la expedición de Rob Hall- publicara en Outside.
En el artículo, que luego extendería en su libro Mal de Altura, Krakauer expresó de forma brillante su visión de los acontecimientos. A pesar de reconocerle el valor del rescate efectuado, la figura de Boukreev fue tratada con excesiva dureza convirtiéndolo en el villano de la historia.
Krakauer condenaba el hecho de que Anatoli bajara por delante y especulaba con que «sí Boukreev hubiese estado presente ayudando a Beidleman y Groom a bajar a sus clientes, el grupo no se habría perdido en el Collado«.
Además, cuestionaba que el motivo de Anatoli fuera poder reaprovisionar de oxígeno a sus clientes. Argumentaba que «era difícil de entender racionalmente. De hecho, la impaciencia en el descenso de Boukreev resulta más plausible por el hecho de que no estuviera usando oxígeno y fuera pobremente equipado y por consiguiente tuviera que bajar rápido: Sin oxígeno, él era mucho más susceptible al frío extremo. En cualquier caso, Fischer era tan culpable como él por haberle dado permiso al ruso para escalar sin oxígeno en primer lugar. Independientemente de la culpabilidad de Boukreev, sin embargo, se redimió esa noche después«.
La cuestión de su equipamiento la zanjó Boukreev con una foto de cima donde se le veía perfectamente vestido. Sin embargo, la cuestión del oxígeno acaparó todas las críticas. Anatoli defendía que en su experiencia, ascender sin oxígeno era más seguro para él. Su amplia trayectoria de escaladas sin oxígeno donde no había tenido problemas lo avalaban. Por otro lado, en la travesía al Kanchenjunga había vivido los efectos que se producen cuando se acaba el oxígeno a grandes altitudes.
Kazbek Valiev, una leyenda del alpinismo soviético y compañero en el Kanchenjunga, padeció estos problemas. El incidente lo recogió así Khirshchaty en su diario: «Kazbek salió del C-V a una altitud de 8300 m. Unos trescientos metros los separaban del objetivo. Dejando la tienda hacia la cumbre, para ahorrar, conectó al equipo un cilindro que en lugar de doscientas atmósferas, solo tenía unas cincuenta. Con un suministro mínimo de oxígeno a la máscara, fue a la cima. A cinco minutos del objetivo, se le acabó el oxígeno. La actividad cayó. El ritmo del movimiento disminuyó bruscamente. Las manos y los pies comenzaron a congelarse. El cuerpo sintió agudamente la presión del viento helado. Al descender desde la cima, el cuerpo se estremeció. En la tienda de campaña 5, no se calentó. Y al día siguiente, viste en qué condiciones Kazbek vino al campamento base con el grupo por la noche. El médico, Valera Karpenko, lo ha apartado del asalto a Kanchenjunga. Ahora toma varias inyecciones por día«.
Si esto le había pasado a alguien tan fuerte como Valiev, ¿por qué no le podía pasar a él?. Sin embargo, las explicaciones de Anatoli se recibieron como un exceso de ego y terquedad al no querer reconocer su error.
Boukreev no podía entenderlo, aun sin oxígeno su rendimiento había sido muy superior al de cualquiera en la montaña, siendo el único capaz de realizar el rescate aquella noche. La posibilidad de que los clientes se quedaran sin oxígeno -como efectivamente ocurrió-, para Anatoli era una certeza. Cada uno disponía solo de 3 botellas de oxígeno, lo que equivalía a 18 horas a flujo normal. Cuando Anatoli decidió descender de la cima ya habían pasado 14 horas y media y aún había clientes ascendiendo.
«Fisicamente asistir a alguien a esa altitud es muy difícil si no imposible; la mejor ayuda en esas circunstancias pasa por administrar oxígeno. Hablé con Scott, le expresé mi idea de bajar rápidamente de forma que estuviera disponible para subir oxígeno y bebidas calientes a quien estuviera exhausto. Me encontraba con fuerza suficiente para hacerlo. Scott me escuchó, convino en que bajar era la mejor opción. Me dijo que bajara«.
Frente a las especulaciones de qué habría pasado si hubiera usado oxígeno, él veía hechos: tres personas estaban vivas gracias a su desempeño. A pesar de que parte de la comunidad alpina se posicionó de su lado -de hecho el American Alpine Club le otorgó el prestigioso premio David A. Sowles por el rescate-, para el resto de la sociedad la versión de Krakauer y su Mal de Altura -finalista del Pulitzer- fueron las que calaron, produciendo un doloroso sentimiento en Anatoli.
Subida otoñal al Cho Oyu
Deseando dejar atrás la polémica, ese mismo otoño Boukreev puso rumbo al Tibet. Esa temporada un equipo kazajo y otro ruso liderado por su amigo Bachkirov iban a intentar el Cho Oyu y el Shisha Pangma respectivamente, Boukreev consiguió que le incluyeran en ambos permisos.
Su plan pasaba por escalar en solitario y en estilo alpino. La mala experiencia de mayo estaba muy presente y no quería asumir más responsabilidad que consigo mismo. Con el calendario muy justo, Boukreev llegó al Campo Base del Cho Oyu el 18 de Septiembre.
Con una gran mochila de más de 30 kg donde llevaba todas sus pertenencias -incluyendo una pequeña tienda para no montar campos- afrontó la ascensión de la sexta montaña más alta de la tierra. En la ruta coincidiría con el equipo ruso, entre los que estaba su amigo y compañero del Kangchenjunga, Vinogradski.
Los rusos estaban preparando su ataque a cumbre ya que la climatología parecía favorable. Ésto animó a Anatoli a forzar su aclimatación, ya que luego podría viajar con ellos al Shisha Pangma.
Ya el mismo día 18 dormiría a 6100m, para hacer un segundo vivac a 7100m el día 19. Tras bajar a descansar un día al BC, emprendería de nuevo una ascensión que le llevaría a la cima el día 23 -solo 5 días después de llegar al CB-.
A los pocos días dejaría el Cho Oyu para dirigirse al Shisha Pangma, a cuya base llegaría el 2 de Octubre.
Shisha Pangma Central.
En el Shisha Pangma se encontró con otros dos compañeros de la travesía del Kangchenjunga, los ucranianos Victor Pastukh y Gennady Vasilenko.
Ese año el tiempo en la zona del Shisha Pangma había sido malo. La montaña se encontraba especialmente cargada de nieve y muchos de los equipos ya se habían retirado sin éxito. Entre los equipos que quedaban se encontraba además del ruso y el ucraniano, un equipo italiano liderado por Simone Moro. A pesar de llevar más de un mes en la montaña, nadie había conseguido pasar de los 7400m.
Boukreev pronto se puso a trabajar en la ruta. Al igual que en el Cho Oyu, planeaba un ascenso independiente y en estilo alpino. Al poco de empezar, supo que el equipo ucraniano se iba a retirar. Además una gran avalancha había barrido la ruta durante su descenso. Por desgracia, sus amigos Pastukh y Vasilenko jamás volverían a su campamento, probablemente sorprendidos por la avalancha.
En los dias siguientes, Boukreev comenzó su ascenso. Simone Moro cuenta como un día en una de sus salidas del C-I (6000m) rumbo al C-II (7000m), iba siguiendo una huella fresca. Al tiempo se encontró con Boukreev a los 6400m. «Se movía de modo lento y constante, pero lo que me sorprendió fue la enorme mochila que llevaba a la espalda«.
Moro le dió un relevo y volvieron a encontrarse ya en el C-II, donde Boukreev quiso agradecerle su esfuerzo. «Así fue como uno de los más grandes escaladores del Himalaya de la historia se presentó. Diciendo ‘Gracias’«.
Comentaron su plan de acción que pasaba por subir a 7400m donde los rusos habían colocado su campamento. Sin embargo, al día siguiente el tiempo no fue bueno y los italianos decidieron dar por concluida su expedición convencidos de que Anatoli haría lo mismo.
Simone Moro recuerda como estando al día siguiente recogiendo el Campo Base, observaron un punto en la montaña que, enfrentándose en solitario al mal tiempo y a la altitud, estaba subiendo más allá de los 7400m camino a la cima.
«Esa noche, ante la incredulidad y el asombro general de los testigos de aquella demostración de fuerza, el punto llamado Anatoli Nikoláyevich Boukreev subió hasta la cima Norte del Shisha Pangma. Fue el primer hombre en toda aquella temporada postmonzónica que consiguió alcanzar esa cima, en solitario y en estilo alpino«.
Esto despertó el amor propio tanto de italianos como de rusos y en los días siguientes siguieron sus pasos hasta la cima subsidiaria del Shisha Pangma a la que había subido Boukreev el 9 de octubre.
En un año y un día -desde que el 8 de octubre batiera el récord del Dhaulagiri- había pisado 6 cimas de ochomil metros sin usar oxígeno: Dhaulagiri, Manaslu, Everest, Lhotse, Cho Oyu y Shisha Pangma Central.
1997: Everest, Lhotse, Broad Peak, Gasherbrum II
Everest Indonesio
Al llegar a Katmandú del Shisha Pangma, Anatoli recibió la oferta del ejército indonesio para liderar la primera expedición nacional al Everest. Los hechos ocurridos en su reciente expedición al techo del mundo le generaba reticencias, pero por otro lado el poder liderar la expedición y no ser un simple guía le parecía interesante. Además, tenía diferentes proyectos que requerían financiación.
Finalmente aceptó la oferta pero puso condiciones al ejército. En primer lugar, quería contar con sus compañeros Vinogradski y Bachkirov -dos experimentados alpinistas rusos-. También quería seleccionar personalmente a los participantes y entrenarlos durante un año.
El general encargado accedió a todo, salvo al plazo de entrenamiento: la expedición debía realizarse en 1997. Por este motivo los tres alpinistas soviéticos trazaron un plan de entrenamiento y selección, escalando distintos picos en el himalaya invernal.
Por desgracia, Boukreev sufrió un accidente de autobús en octubre que le produjo lesiones sobretodo en la cara y un ojo. Como consecuencia, tuvo que retrasar su presencia en los entrenamientos indonesios, uniéndose a ellos para la etapa final de la selección en la que subieron al Island Peak.
El 19 de marzo el equipo llegó al CB del Everest. La ruta sería la normal del collado sur y como salvedad, Boukreev insistió en instalar y equipar con oxígeno un campamento de emergencia a 8500m.
En el ataque final Boukreev, que iba en cabeza, por primera vez en su carrera decidió usar oxígeno. Esta decisión venía motivada por varios eventos. En primer lugar estaba el accidente de autobús, que le había obligado a frenar durante un tiempo su riguroso entrenamiento. Además, un problema dental durante la expedición le obligó a volar a Katmandú para someterse a una pequeña cirugía, comprometiendo su proceso de aclimatación.
En altitud, el ritmo de los soldados indonesios era lento. Boukreev y Apa Sherpa -el sirdar de la expedición- abrieron la vía hasta la cima, a la que llegaron 14.25. Una hora más tarde llegarían Bachkirov , Vinogradski y un soldado indonesio llamado Asmujiono.
Boukreev preocupado por el horario, ordenó el descenso obligando a otros dos soldados a darse la vuelta cuando estaban a escasos 20m de la cima. La falta de experiencia del equipo indonesio provocaba caídas y problemas para progresar por las cuerdas fijas.
Finalmente llegaron al C-V de emergencia y, a pesar de que solo contaba con una tienda para dos personas, decidieron pasar allí una larga noche. A la mañana siguiente el equipo entero emprendió un descenso, en el que Anatoli aprovechó para buscar y enterrar los restos de Scott Fischer, dejando una bandera que le habían dado sus familiares. En el Collado Sur realizaría lo mismo con el cuerpo de Yasuko Namba.
El equipo llegaría sin más contratiempo al Campo Base en los días siguientes. A pesar del éxito, la expedición le dejaba un sabor agridulce: «Nuestro éxito puede persuadir a otros escaladores inexpertos. Desearía con todas mis fuerzas tener otra forma de ganarme la vida. Soy alpinista y tengo grandes proyectos en las altas montañas, pero tengo grandes reservas sobre traer a hombres y mujeres inexpertas a este mundo«
Lhotse
Durante el viaje de vuelta del Shisha Pangma el otoño pasado, Boukreev había trabado buena amistad con Simone Moro. Fruto de ello le propuso participar en el que sería su gran reto esa primavera: la primera travesía Lhotse-Everest. El proyecto pretendía subir la via normal al Lhotse y a través de la inescalada cresta norte llegar al collado sur. De ahí a la cima del Everest, de la que descenderían por la vertiente tibetana.
Mientras Boukreev atendía en Katmandu -junto con Bachkirov y Vinogradski- a las celebraciones por el éxito de la expedición con generales del ejercito indonesio, Moro se aclimataba en la montaña.
Tan pronto como pudo se reunió con él, pero Anatoli no se encontraba bien. Durante su estancia en Ktamandu, había contraido una bronquitis que limitaba su rendimiento. En una situación similar se encontraba su compañero Valeri Bachkirov, que también tenía planes esa primavera.
Bachkirov iba a liderar un potente equipo ruso con planes de realizar otra travesía inédita, en este caso del Lhotse a su cima subsidiaria Lhotse Medio -que por aquel entonces, era además la cima sin ascensiones más alta del mundo-.
El 10 de mayo Bachkirov y Boukreev llegaron de nuevo al CB del Everest. Cada uno con su equipo, comenzaron a equipar y trabajar la ruta.
El 26 de mayo, Anatoli y Moro coronaban el Lhotse sin usar oxígeno. Con la altitud, Boukreev recayó de la bronquitis y decidió abortar el intento de travesía. Durante el descenso, a 30 metros de la cima, Anatoli y Moro se encontraron con Bachkirov.
Al igual que Boukreev no se encontraba del todo bien, pero como líder que era de su expedición, quería esperar a sus compañeros. Esa sería la última cima que pisara Valeri, durante su descenso su estado empeoró falleciendo a los 7900m.
Broad Peak
Tras diez días de descanso, Anatoli puso rumbo a Pakistan. Su amigo Thor Kieser le había ofrecido sitio en su campamento base del Broad Peak. El plan de Boukreev, como había hecho en el Cho Oyu y Shisha Pangma, era ser independiente.
Cargando con todo lo necesario empezó la ascensión el 27 de junio, llegando a los 6900m para descender de nuevo al campo base. Al día siguiente el tiempo empeoró y lo retuvo allí hasta el 6 de julio que retomó el ascenso.
Nadie había conseguido esa temporada progresar más allá de los 6900m. Tras pasar noche a esa altitud, dejó su tienda y cargando con una funda de vivac, salió hacia arriba. Tras un primer vivac a 7300m, continuó hacia la cima. A las 13.30 se encontraba en la arista cimera muy próximo ya al final de la misma. El estado de la nieve no era bueno y un trozo de la cornisa se desprendió a sus pies. Viendo la inestabilidad del terreno y al estar el tramo que faltaba a su misma altitud, estimó que estaba en la cima y emprendió el descenso.
Gasherbrum II
El 13 de julio se desplazaría al campo base de los Gasherbrum y al día siguiente emprendería un ascenso express que en 9 horas y media lo situaría en la cima. El tiempo total desde que salió hasta que volvió al CB fue de 13 horas, todo un récord para la montaña.
Boukreev le quitaría importancia: «Nadie mantiene un registro de récords en estas montañas. Cada escalada es diferente porque las condiciones son diferentes«. A pesar de este planteamiento, la marca se consideraría el récord hasta 2.001. Ese año, otro pupilo de su exmentor Yervand Ilynski rebajaría la marca en dos horas, se trataba de Denis Urubko.
1997: Muerte en el Annapurna
Durante el invierno de 1994, Bachkirov había liderado una exitosa expedición al Annapurna Sur (una cima subsidiaria del Annapurna). Allí había descubierto una posible vía de ascensión inédita que discurría por la cara sur del Annapurna.
Durante sus expediciones en común de ese mismo año había hablado de esta ruta a Anatoli. Tras su muerte en el Lhotse, la expedición cobró más importancia para Boukreev. Debido a que el principal peligro objetivo de la vía eran las avalanchas, decidió que invierno era la mejor época para intentarlo.
Para afrontar la expedición contaba con su compañero Simone Moro, pero también invitó a siete alpinistas a los que conocía y sabía de su capacidad. Entre ellos estaba Iñaki Ochoa de Olza o Galen Rowell, pero por distintas razones fueron declinando la invitación.
Finalmente Moro y Boukreev -acompañados de Sobolev que iba a grabar la expedición y de un pintor llamado Starkov, que les iban a acompañar en el CB- partieron hacia el Annapurna. Montaron su Campo Base el 7 de diciembre y se pusieron a trabajar la ruta.
El 25 de diciembre estaban escalando, con Moro de primero, cuando una cornisa situada sobre ellos cedió. Simone recuerda como gritó a Boukreev, que trató de apartarse de la trayectoria, pero la avalancha barrió a la cordada.
Moro sobrevivió milagrosamente y mal herido buscó infructuosamente a sus compañeros. Esa Navidad de 1997 en el Annapurna supuso el final del gigante kazajo. Había muerto Anatoli Boukreev.
A pesar de que en algunos medios a Boukreev se le ha representado casi como un salvaje, se trataba de un hombre con educación y una gran formación alpina. No erar raro verle tocando la guitarra y solía llevar un diario donde recogía sus reflexiones.
Una de ellas fue la que escogió su pareja Linda Wylie para el memorial que está situado a los pies del Annapurna y que sin duda supone un contraste para quien solo ve en sus hazañas los números:
«Las montañas no son estadios donde satisfago mi ambición de logros, son las catedrales donde practico mi religión. Yo voy a ellas como las personas van a la oración. Desde sus majestuosas cimas veo mi pasado, sueño el futuro y, con una inusual agudeza, experimento el momento presente…mi visión se aclara, mis fuerzas se renuevan. En las montañas yo celebro la creación. En cada viaje (a ellas) nazco de nuevo «.
2 comentarios
Rafael Jiménez · 7 agosto 2020 a las 1:30 pm
Es difícil abstraerse del magnetismo y fortaleza de este hombre, para mi cuando se va a la montaña cada uno es responsable de si mismo y de sus acciones, la valentía y el esfuerzo sobrehumano que realizó no tienen parangón, al margen de lo que puedan opinar otros, creo que hizo lo correcto.
Uno de los grandes
Aitor Tilla · 8 agosto 2020 a las 2:15 pm
Opino igual. Sin duda fue un alpinista portentoso y una figura clave para entender el devenir del alpinismo moderno. Muchas gracias por tu comentario.