Futuro Alpinismo

Nuestro buen amigo Tip nos propuso el otro día un bonito debate: ¿cual es el futuro del alpinismo?. Me pareció un tema divertido e interesante. Divertido porque no se pretende mostrar el camino a seguir -ya que ni me corresponde, ni podría-. Solo se trata de hacer cábalas y conjeturas. El lado interesante está en que para hacerlas, se puede ver cómo ha evolucionado este deporte. La idea es observar el pasado para entender el presente e intentar adivinar el futuro.

La evolución del alpinismo

Para poder jugar a adivinos, primero es necesario entender cómo es el proceso que ha hecho y hace evolucionar esta actividad. Y es que el alpinismo no solo es la ascensión a las altas montañas, aunque así lo defina la RAE. Ésta definición sería válida en tiempos de Saussure, en los albores de este deporte, donde la ascensión de un monte era lo único que se pretendía.

Hoy en día esta concepción ha sido superada, teniendo más importancia el cómo se sube que el cuanto se sube. Entender esto es esencial, ya que es el tamiz que criba al alpinista del turista de altura.

Balmat indicándole a Saussure

Pero volviendo al proceso evolutivo al que me refería, podemos ver que siempre ha seguido la misma estructura. Primero se proponía un reto mayúsculo. Tras épicos esfuerzos, éste era superado y con el conocimiento que se adquiría por el camino -junto con evoluciones técnicas y tecnológicas- se iba repitiendo cada vez más veces hasta que se popularizaba.

Ese era el momento en el que el alpinista buscaba un reto nuevo que incorporar a la rueda. Éste podía estar en otra montaña, en una vía nueva, en un estilo más puro, en una ascensión invernal o en una travesía. En definitiva, en cualquier factor que hiciera de la escalada un ejercicio más difícil, más expuesto, más inaccesible al aficionado.

Esta evolución, cuyo germen siempre ha sido la búsqueda de la dificultad y la exploración, se puede observar a lo largo de toda la historia del alpinismo. Desde el comienzo, cuando Saussure fijó sus ojos en la montaña más alta de los Alpes -que pisarían Balmat y Paccard-, hasta la presente y triste masificación del K2.

Entendiendo bien este proceso evolutivo, es cuando podemos sacar la bola de cristal e intentar adivinar los pasos del alpinista del mañana.

Presente y futuro del alpinismo

Hoy en día «todas» las grandes montañas han sido escaladas. Esto hace creer a algunos que ya está todo hecho y, en esa búsqueda de nuevos retos, se fijan en otros parámetros de fácil comprensión y que brillan por su espectacularidad. Por eso hay quien plantea el futuro con retos basados en la velocidad o la combinación con otros deportes como el esquí, pero olvidándose por el camino de la esencia: la aventura de dificultad.

David Lama en el Masherbrum
David Lama en el Masherbrum

Sin embargo, si devolvemos la dificultad y la exploración al papel de guía, podemos ver que en las grandes montañas no está todo dicho ni muchísimo menos. Esta temporada sin ir más lejos hemos visto fracasar potentes cordadas que se enfrentaban al Gasherbrum IV. Hemos presenciado valientes y trágicos intentos a la inédita arista norte del Latok I. Incluso en el masificado Everest en primavera, hay quien ha intentado la travesía con el Lhotse.  ¿Y qué decir de los polacos en el K2 el invierno pasado?. ¿Quién podría decir que está todo hecho en un monstruo como el Masherbrum, de cuya inescalada cara noreste dijo David Lama que es como el Eiger pero con el Cerro Torre encima?. Todos ellos son retos aún sin resolver y de dificultad extrema… ¡y los que quedarán en el mundo!.

Lo que sí parece que es cosa del pasado es coleccionar ochomiles por sus rutas normales. Prueba de ello es que este año varios habrán completado la lista de los 14 -también ya masificada-, pero el foco apuntaba a otras actividades.

Puede que esté equivocado en mis predicciones y se imponga la velocidad u otras gestas. Pero lo que es seguro, como en todo en esta vida, es que ese futuro pertenece a los valientes que van por delante y no a los que siguen sus huellas.

El futuro del alpinismo pasó, ha pasado y pasará por la dificultad . Todo el mundo puede andar, casi todo el mundo puede correr, algunos menos pueden escalar, y muy pocos pueden escalar en ciertos lugares y en ciertas circunstancias. Hermanos Pou.


Aitor Tilla

"El alpinista es quién conduce su cuerpo allá dónde un día sus ojos lo soñaron" - Gaston Rebuffat

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