Aleister Crowley es uno de esos personajes estrambóticos y únicos que da la historia de tanto en tanto. Pese a ser conocido por su aportación al ocultismo, su tenebrosa sombra se alarga sobre multitud de disciplinas tan diferentes como la música, la literatura, la pintura o el alpinismo.
Nació en 1875 en el seno de una familia protestante muy adinerada de Inglaterra. Su padre -que ejercía de pastor en la congregación fundamentalista Hermanos de Plymouth– murió siendo Aleister muy joven y con el tiempo, éste ingresó en el Trinity College de Cambridge.
Primeras ascensiones
Fue por esa época cuando desarrolló su afición tanto por el ocultismo, ingresando en distintas ordenes, como por la montaña. Pronto empezó a realizar escaladas notables en los Alpes, donde debido a su carácter, acostumbraba a escalar solo o raramente con algún amigo, pero siempre prescindiendo de guías.
Pese a que Mummery algunos años antes ya había renunciado a la escalada guiada, esta práctica aun era muy excepcional en la época. No es de extrañar que su camino acabara cruzándose con otro de los solitarios de los Alpes, Oscar Eckenstein.
Eckenstein cuya enemistad con el presidente del Club Alpino inglés lo había relegado al ostracismo de la comunidad alpina, no tardó en trabar amistad con Crowley. Aleister lo admiraba sinceramente y Eckenstein, que unos años mas tarde inventaría los crampones, lo acogió como su pupilo.
Juntos realizaron actividades muy interesantes y pioneras. Fueron de los primeros aficionados al bulder -o escalada en bloque- que está tan de moda hoy en día. Actualmente se considera a Eckenstein uno de sus precursores, pero hay constancia de que Crowley también lo practicaba dejando incluso esquemas por escrito.
En 1901 la cordada dirigió sus pasos a México donde escalaron el Pico de Orizaba y el Popocatépetl -de 5610 y 5500m respectivamente-. Animados por el éxito de la expedición proyectaron su siguiente y más ambiciosa aventura: la primera ascensión al K2.
1902. Expedición al K2
La elección del K2 se debía a dos factores. Por un lado, mientras que Tibet y Nepal habían cerrado el Everest, el K2 se situaba en la región india de Cachemira -que era colonia inglesa- y por tanto tenía más fácil acceso. Además, su ascensión o un record de altitud, sería su particular venganza hacia el Club Alpino y su presidente, Martin Conway.
Y es que el desprecio y la antipatía que sentían ambos por el Club era más que conocida. Mientras que en Crowley provenía de que vetaran su acceso en 1895, la enemistad entre Eckenstein y Conway era anterior y más encarnizada. Se remontaba a un viaje de exploración a la zona del K2, donde Conway acabó expulsando a Eckenstein y este a su vez, ridiculizó públicamente las aptitudes alpinas del presidente.
Con el objetivo de la conquista del K2 en mente, Eckenstein se dedicó a reclutar un equipo a la altura. Finalmente acabaría incorporando a Pfannl y Wessely -dos de los escaladores de roca mas afamados del momento-, Jacot-Guillarmod -en concepto de médico y alpinista- y Knowles, un joven con más dinero que experiencia alpina.
Crowley aprovechó el viaje adelantando su partida hacia tierras indias. Tenía como obejtivo aprender yoga y aproximarse a las religiones paganas, que incorporaría a sus ritos y filosofía. Cuando llegó el resto de la expedición en 1902 se encontraron a un desgreñado y tosco Aleister.
La expedición no empezó con buen pie. Eckenstein fue detenido durante tres semanas acusado de ser un espia, aunque siempre se sospechó de la mano negra de Conway. Crowley, en ausencia del co-lider de expedición, asumió el mando dejando entrever su ausencia de empatía y despotismo.
A la vuelta de Eckenstein, Crowley se adelantó en solitario con unos pocos porteadores para estudiar la zona del K2. Eligió donde emplazar el Campo Base y encontró la que a sus ojos era la ruta más lógica de ascenso: la arista sureste.
Cuando se reunió con el resto de la expedición, Eckenstein había enfermado de gripe, así que con Crowley a la cabeza se inició el asalto al K2. Sin embargo, el famoso mal tiempo del Kararkorum los retuvo. Pfannl y Wesley aprovecharon esta circunstancia para explorar otras posibles rutas. A los pocos días volvieron asegurando que la arista noreste sería mas sencilla.
Crowley se opuso con firmeza pero tras días de mal tiempo, a pesar suyo, se decidió cambiar de ruta abandonando el plan inicial. Realizó un gran trabajo en la nueva ruta los primero días, pero pronto recayó de malaria -enfermedad que había contraído en Mexico un año atrás-.
El mal tiempo continuó sin darles tregua y con el desanimo, parte del equipo trato de abandonar. Sin embargo un decidido Crowley los retuvo, revolver en mano. Finalmente, él mismo tuvo que aceptar su derrota y abandonar el que sería el primer intento serio al K2.
Siete años más tarde, el Duque de los Abruzos le daría la razón alcanzando curiosamente los 6.666m por la ruta que él había descrito en la arista sureste. Esta ruta a día de hoy es considerada la normal al K2 y es conocida como el Espolón de los Abruzos.
Thelema y «El libro de la Ley»
Tras esta expedición volvió a su casa de Escocia, llamada Boleskine House, donde se dedicó a practicar su magia negra. Se casó con Rose Kelly y con ella viajó al Cairo en 1904. Fue en este viaje a la capital egipcia donde, según contó Crowley, a través de distintos rituales invocó al dios Horus, el cual le dictó en estado de trance su obra más célebre: «El libro de la Ley».
En este libro recogía la Thelema, el texto sagrado que establecía su filosofía religiosa basada en el precepto: «Haz tu voluntad».
Tras este episodio, retornó a Boleskine House donde continuó con sus escritos y sus hechizos. Estas invocaciones demoníacas se vieron interrumpidas en 1905, cuando el doctor Jacot-Guillarmod llamó a su puerta para proponerle una expedición a la tercera montaña más alta del mundo, el Kanchenjunga.
1905. Expedición al Kanchenjunga
Crowley aceptó bajo la condición de ir de líder de expedición. Jacot-Guillarmod invitó a unirse a sus compatriotas Pache y Reymond. Aleister a su vez reclutó a un conocido suyo llamado Rigo de Righi quien regentaba un hotel en Darjeeling y no tenía ninguna experiencia alpina.
Rodeados de un buen número de porteadores, Crowley y su debil equipo se enfrentaron a la cara suroeste del Kanchenjunga. Sin embargo, una vez empezada la escalada surgieron los problemas.
Mientras que Crowley, Pache y Reymond subían al C-V a unos 6500 m, en el C-IV se formaba un motín. Allí Jacot-Guillarmod, hastiado de los modos despóticos de Crowley y acusándolo de maltratar de forma inhumana a los porteadores sometiéndolos al frio innecesariamente, se confabulaba con de Righi para arrebatarle el liderazgo y reconducir la situación.
Con estas reivindicaciones subieron al C-V, donde se encontraron con una dura oposición de Crowley. Tras una tensa discusión, el grupo disidente acompañados de Pache decidieron descender esa misma tarde al C-III. Crowley se negó vehemente a que lo hicieran, advirtiéndoles del riesgo de avalancha dado lo tardía de la hora.
Desgraciadamente, tendría razón y durante ese descenso una avalancha barrió a la cordada matando a tres porteadores y a Pache. Los gritos se escucharon desde el C-V y mientras Reymond bajaba a ayudar, Crowley permaneció durmiendo en su tienda. No fue hasta el día siguiente, que comenzó él también su descenso abandonando así el primer intento al Kanchenjunga.
Sobre el accidente Crowley escribió: «No estaba demasiado ansioso bajo las circunstancias para prestar ayuda. Un «accidente» de montaña de este tipo es una de las cosas por las que no tengo simpatía».
Al llegar a Darjeeling, retiró los fondos de la expedición, lo que llevó a una discusión con Jacot-Guillarmod que reclamaba su parte. Éste último amenazó a Crowley con publicar unos poemas suyos de naturaleza pornográfica y finalmente Crowley accedió a sus demandas.
El episodio del accidente del Kanchenjunga y especialmente el papel de Crowley, tuvo mucha relevancia en prensa. Ante esto, el Club Alpino no perdió la oportunidad de saldar cuentas con su viejo enemigo. Basándose sobretodo en las declaraciones del propio Aleister, condenaron su actuación severamente.
Esto supuso el fin del alpinismo para él. Años mas tarde en sus confesiones escribiría su versión del incidente. Según cuenta, el obligar a los porteadores a salir temprano no obedecía a ningún capricho. Lo hacía motivado por la seguridad, ya que con el calor la nieve se volvía inestable y aumentaba el riesgo de avalanchas. La inexperiencia del doctor le hacía ver sadismo donde realmente había lógica montañera.
De la tristemente famosa discusión, donde pidió a sus compañeros que no descendiesen, Crowley llega a decir que debió haberle roto la pierna al doctor con el piolet, antes que permitir el descenso. Fue esta frustración la que motivó sus desafortunadas declaraciones.
Respecto a su actuación, asegura que cuando oyeron los gritos -cosa que según dice no era tan raro en el doctor y de Righi- él ya estaba en el saco mientras que Reymond aún tenía las botas puestas.
Acordaron que bajara Reymond y subiera a buscarle en caso de que fuera necesaria su ayuda. Por desgracia, cuando éste llegó al lugar del accidente se encontró con los muertos y con de Righi y el doctor en perfecto estado. Viendo que nada se podía hacer, no subió a buscar a Crowley.
Estas declaraciones llaman especialmente la atención ya que Crowley, en su personaje de encarnación del mal, no acostumbraba a desmentir ningún comentario que fomentase esa imagen diabólica de su persona, incluso con muertes de por medio. Además es cierto que de toda la expedición, él era el único con suficiente experiencia.
Crowley: La Bestia 666
Los años siguientes pasaron para Crowley entre excentricidades de todo tipo. Declarado abiertamente bisexual, experimentó con distintas drogas, realizó innumerables viajes y profundizó en sus rituales satánicos donde realizaba depravadas prácticas sexuales.
Durante la primera guerra mundial vendió la casa Boleskine y se mudó al hotel Dakota de Nueva York -el mismo en el que años mas tarde asesinarían a John Lennon-. Desde ahí realizó voraces críticas a Inglaterra a la que declaró la guerra. Subido a una barca a los pies de la Estatua de la Libertad, llegó incluso a proclamar la independencia de Irlanda.
Con el fin de la guerra, en 1920 se mudó a Sicilia donde fundó la Abadía de Thelema. Allí continuó con sus ritos y vivió con sus acólitos siguiendo las leyes de Thelema. Bajo el único precepto de «haz tu voluntad» desarrolló un modo de vida similar a una comuna, donde las drogas y el sexo libre de compromisos jugaron un papel importante en sus rituales mágicos. Ese modo de vida de drogas y amor libre sentaría un precedente de lo que sería posteriormente el movimiento hippie, pero sin los macabros matices.
Tras la muerte de uno de sus seguidores -según su familia, victima de uno de los rituales de Crowley en el que bebió sangre de murciélago- Mussolini lo expulsó de italia en 1923.
Durante la segunda guerra mundial, apoyó a Inglaterra llegando incluso a atribuirse el signo de la V de victoria que popularizó Churchill. Según Crowley, ese símbolo lo creo él mismo con connotaciones mágicas y lo filtró a sus contactos del MI5, recibiendo finalmente la aprobación del primer ministro.
Y es que todo lo que rodeó la vida del que fue considerado el peor súbdito de Inglaterra y la persona más malvada del mundo se encuentra entre tienieblas, mitos y verdades.
Su legado
Dejó mas de 80 escritos y cosechó la amistad de notables personajes como el célebre poeta portugués, Fernando Pessoa. Con él acostumbraba a jugar al ajedrez y fue con su ayuda con la que fingió su propio suicidio en 1930 en Boca do Inferno, en Portugal.
Su personalidad atraía ya desde joven a lo más granado de la cultura europea. A principios de siglo, en Paris, trabó amistad con Rodin. Fruto de esta relación surgió su libro «Rodin en verso» donde acompañaba unas acuarelas inéditas del famoso escultor con poemas de cosecha propia. Con él aprendió y practicó sus dotes en pintura.
También de esta época data su amistad con Somerset Maugham, considerado el escritor más popular del momento. Maugham afirmaría que su novela The Magician estaba basada en Crowley.
Su influencia perduró incluso después de su muerte en 1947. Es especialmente notable en la música y sobretodo en el rock.
Artistas tan destacados como David Bowie o The Rolling Stones declararon la influencia de Crowley. Jimmy Page, lider de Led Zeppelin, compró Boleskine House, la antigua casa del mago negro.
Crowley aparecería también en la portada del disco Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band de The Beatles y Ozzy Osbourne le dedicaría una canción llamada «Mr. Crowley». Por su parte The Doors posaban orgullosos junto a su busto.
Y es que la figura de Crowley no admite término medio. Odiado y maldito o bien venerado, de lo que no cabe duda es que pasará a la historia como una de las personalidades más singulares del siglo XX.
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