La escalada de las grandes cimas del mundo entró en una nueva dimensión durante la decada de los 50. Fue la época de las grandes expediciones nacionales, donde cada nueva ascensión suponía un motivo de orgullo y prestigio para el pais que lo conseguía.
Mientras los franceses inauguraban la decada asombrando al mundo con la escalada del Annapurna o los británicos presumían de su Everest, el Comite Alpino Italiano -CAI- fijaba sus ojos en la segunda montaña más alta del mundo y la más difícil de todas: el K2.
Organización de la expedición
El liderazgo de la expedición recayó en le profesor Ardito Desio, que ya había participado en 1929 como geólogo y geógrafo en la expedición al K2 del duque de Spoleto. Tras arduas negociaciones consiguió un permiso para explorar la zona en 1953 e intentar la escalada en 1954.
Para esa exploración contó con el que probablemente era el más afamado alpinista italiano de la época: Riccardo Cassin. Juntos llegaron al Baltoro e inspeccionaron y fotografiaron la ruta elegida: el espolón de los Abruzzos. También aprovecharon para entrevistarse con Charles Houston, que acababa de finalizar de forma trágica el tercer intento americano al K2 con la muerte de Art Gilkey.
Tras este viaje volvieron a Italia donde, con el CAI, se dispusieron a formar el equipo que intentaría la ascensión. En esta selección se produjo la primera polémica ya que, bajo el pretexto de no ser apto en los chequeos médicos, se excluyó a Cassin a poco menos de un mes de la partida.
Cassin siempre alegó que fue una maniobra de Desio que temía que su gran reputación como alpinista le hiciera sombra. El hecho de que un segundo examen lo declarara apto o que siguiera haciendo actividad durante toda su vida, muriendo a los 100 años, confirman su teoría. En su libro «Jefe de Cordada» Cassin se lamenta de la siguiente forma: «Tal comportamiento desleal por parte del profesor Desio sigue siendo todavía incomprensible para mí: nadie le habría quitado sus méritos de estudioso y de organizador«.
El equipo final lo formarían los siguientes alpinistas: Erich Abram, Ugo Angelino, Achille Compagnoni, Cirillo Floreanini, Pino Gallotti, Lino Lacedelli, Mario Puchoz, Ubaldo Rey, Gino Solda, Sergio Viotto, Mario Fantin y un jovencísimo Walter Bonatti.
Desarrollo de la expedición
Entre el 25 y el 28 de mayo, el pleno de la numerosa expedición formada por científicos, alpinistas, más de 100 portadores y un grupo de Hunzas reclutados por el oficial de enlace Ata Ullah, llegaban al campo base.
Pronto empezaron los trabajos en la ruta, montando campos intermedios y equipándolos. Para ello, Desio creó dos equipos liderados por Compagnoni y Solda respectivamente. Los trabajos se desarrollaban con normalidad y la expedición iba progresando.
El 16 de junio Compagnoni, Gallotti y Puchoz llegaban al Campo 4, ubicado en torno a 6500m. A su regreso al campo 2, Puchoz comenzó a sentir molestias en la garganta. Sus sintomas empeoraron y, a pesar de los cuidados médicos y oxígeno que recibió, murió de forma repentina el dia 21 de junio.
A pesar del duro golpe que supuso para la expedición la muerte de Puchoz, cuyos restos enterraron en lo que hoy se conoce como el memorial Gilkey en honor al alpinista americano muerto el año anterior, continuaron con la escalada.
Los campos de altura
El mal tiempo del Karakorum dificultó los progresos, pero la expedición poco a poco fue ganando altura hasta que llegaron los días decisivos. El 28 de julio cinco alpinistas salían del Campo 7 a 7350m, eran Abram, Compagnoni, Gallotti, Lacedelli y Rey. Bonatti que se encontraba indispuesto del estómago permaneció en el Campo 7.
El plan era establecer un Campo 8 con capacidad para dos personas -los que irían a cima-. El resto descenderían de nuevo para al día siguiente volver a portear más material necesario. Al poco de partir, Rey se sintió indispuesto, debiendo abandonar. Para ayudar con el porteo solicitaron el envío de material con los Hunzas desde el C-5.
Al caer la noche dos hombres del equipo volvieron al C-7, eran Abram y Gallotti, lo que implicaba que los elegidos para la cima eran Compagnoni y Lacedelli.
El Campo 8 se situaba a 7627m y hacía allí salieron el día 29 con las cargas los cuatro alpinistas italianos. Al poco de partir, Rey y Abram, exahustos de los esfuerzos previos, no pudieron continuar y dejaron sus cargas en la nieve. Gallotti, también cansado, no podía cargar con el pesado oxígeno que llevaba Abram y ante esta situación, Bonatti se vió obligado a elegir que material portear. Finalmente decidió reemplazar su carga de oxígeno por otro material necesario, ya que una sola carga del gas en altura no resolvía nada.
Así llegaron al Campo 8 donde se encontraron con Compagnoni y Lacedelli, muy cansados del esfuerzo realizado abriendo parte de la via. Reunidos a 7627m decidieron que al día siguiente Compagnoni y Lacedelli establecerían el Campo 9 mientras Bonatti y Gallotti bajarían a por el oxígeno que habían dejado próximo al C-7 y lo llevarían al C-9.
Dado lo largo del camino y lo pesado de la carga, el último campo se situaría lo más bajo posible para que pudieran llegar con el porteo. Compagnoni le diría a Bonatti -que era el que estaba en mejor forma-: «si mañana estás en buena forma en el campo 9, puede que ocupes el lugar de uno de nosotros«.
El vivac
Siguiendo el plan, al día siguiente Bonatti y Gallotti descendieron al lugar donde habían dejado el oxígeno. Allí se reunieron con Abram y los Hunzas Mahdi e Isakhan y comenzaron el porteo. Al llegar al C-8 Gallotti ya no podía dar un paso, Isakhan también se mostraba febril. Eran ya las 15.30 cuando el equipo, reducido a 3 miembros, continúo el penoso ascenso conscientes de lo imprescindible que era contar con oxígeno para el intento a cima.
Poco a poco fueron ganando altitud, pero el Campo 9 no estaba en el lugar indicado. Gritaron y sus compañeros respondieron, pero no fueron capaces de ver la tienda. Continuaron ascendiendo y la noche fue cayendo. A las 18.30 Abram no pudo continuar y se despidió de sus dos compañeros. Bonatti y Mahdi siguieron progresando por un terreno técnico hasta que la oscuridad y el cansancio les detuvo.
Gritaron pidiendo ayuda pero sus compañeros no respondieron. Mahdi enloquecido al ver la situación intentó continuar de forma temeraria pero Bonatti lo consiguió frenar. Finalmente no les quedaría más remedio que vivaquear en un agujero cavado por Bonatti, sin saco ni material, a una altitud de 8100m.
La situación era desesperada y continuaron gritando -e insultando- a sus compañeros hasta que finalmente vieron la luz de Lacedelli en una cresta que, en su situación, era inalcanzable. Lacedelli les dijo que dejaran el oxígeno y bajasen. Bonatti le respondió que en el estado que estaba Mahdi y lo expuesto del terreno no podían descender, pero la luz se apagó y no volvieron a responder, abandonándolos a su suerte.
Descenso y cima
Poco antes del amanacer, después de la agónica y gélida noche, Bonatti ya no fue capaz de retener a Mahdi que inició el descenso tambaleante. El mismo Bonatti, luego de desenterrar los equipos de oxígeno, inició su descenso llegando al C-8 poco después que el Hunza.
El fortísimo Mahdi, que el año anterior había ayudado a descender sobre sus hombros a Herman Buhl después de que coronara en solitario y sin oxígeno el Nanga Parbat, tenía los pies y manos en tan mal estado que tuvo que sufrir varias amputaciones víctima del brutal vivac.
Mientras, Compagnoni y Lacedelli bajaron a recoger el oxígeno y ya respirando el preciado gas, iniciaron el ascenso. En su relato, a unos 8400m cerca de las 16:00 el suministro se agotó. Describieron una «súbita sensación de ahogo» fruto de la cual «se quitaron las máscaras de inmediato y respiraron el aire helado al máximo«. Así tuvieron que superar, sin la ayuda del oxígeno pero cargando los pesados equipos, un desnivel de 270m que les separaba de la cima, a la que llegaron a las 18.00.
Inicio de la polémica
Tras el descenso, la hazaña de la conquista fue un terremoto de orgullo nacional en Italia y fueron recibidos como héroes. Desio escribió el relato oficial de la expedición en su libro «La conquista del K2. Seconda cima del mondo» e incluso se grabó una película sobre la expedición.
Sin embargo, Bonatti se sentía maltratado en ambas. En el relato oficial su vivac era tratado de forma muy superficial. Además había inexactitudes tanto sobre la altitud del vivac, como de los campos o los horarios. En la película directamente no aparecía el vivac y solo tras las quejas de Bonatti fue incluido de forma somera a posteriori.
Desio, única voz a la que escuchaban las instancias oficiales del CAI, no daba respuesta a sus solicitudes y Bonatti, obligado a confidencialidad, no contó su versión de lo ocurrido hasta 1961, que aparece en un capítulo sobre el K2 en su libro «La mie montagne«.
El juicio
No tardó mucho en surgir una respuesta y vino en forma de artículo periodístico. Con motivo del décimo aniversario, la Nuova Gazzetta del Popolo publicó dos artículos titulados «La verdad sobre el K2″ firmados por Nino Giglio. En ellos se relataba que Bonatti, con el único afán de adelantarse a Comapgnoni y Lacedelli en la cima, había planeado el ascenso acompañado de Mahdi. Sorprendido por la noche vivaqueó y probablemente consumió parte del oxígeno -lo que explicaría que se les agotase antes de la cima-. Además se le acusó de abandonar a Mahdi a su suerte huyendo por delante.
Bonatti decidió demandar judicialmente al autor y durante el juicio, celebrado dos años después, éste identificó a Compagnoni como fuente. En el juicio se entrevistó entre otros a Mahdi, que dió una declaración confusa y contradictoria, donde en ocasiones decía que sí era la intención ir a la cima y en otras negaba el uso de oxígeno o confirmaba que no podían entenderse más que por gestos (Bonatti solo hablaba italiano y él solo urdu).
Por su parte, Bonatti con una rigurosidad matemática explicando tiempos, altitudes, ritmos y horarios, rebatió indubitablemente las acusaciones. Además había partes, como la del consumo de oxígeno, que eran absurdas ya que las máscaras y reguladores necesarios para utilizarlo sólo las tenían Compagnoni y Lacedelli. Finalmente el juez dió la razón a Bonatti, avalando su versión y obligando al medio a una rectificación.
Una disputa de años
A pesar de que con la sentencia había visto restituida su imagen, durante los analisis del juicio Bonatti había descubierto la falsedad recogida en la versión oficial y puso todo su empeño en restaurarla.
Estaba convencido de que Lacedelli y Compagnoni habían forzado deliberadamente su vivac estableciendo su C-9 tan alto que fuera imposible alcanzarlo. Como diría, «le habían abandonado a su muerte» al no responder a sus llamadas. Los errores iniciales de la altitud de de su vivac o los horarios no eran casuales, todos respondían al fin de alargar el día de cima de forma que justificaran el agotamiento del oxígeno.
Sin embargo, esta telaraña de inexactitudes y mentiras tenía lagunas importantes. Según la versión oficial, el oxígeno se les agotó a 8400m a las 16.00. Es decir habían tardado casi 10 horas en cubrir 300m de desnivel usando oxígeno. Era inexplicable que sin él, a más altitud y más cansados, sólo tardaran 2h en cubrir los más de 200m que faltaban a la cumbre.
Además estaba el hecho absurdo de que habiéndose acabado el oxígeno, continuaran cargando con los pesados equipos hasta la cima. La conclusión era la más obvia: Lacedelli y Compagnoni usaron oxígeno hasta la cima.
Bonatti solicitó al CAI y al Instituto Geográfico Militar que corrigieran la altitud de su vivac y rectificaran la versión oficial de Desio, pero solo obtuvo el silencio por respuesta. Con la precisión matemática con la que había ganado el juicio, Bonatti continuó denunciando la falsedad oficial durante años, recogiéndolo en su libro Processo al K2 publicado en 1985.
Un giro inesperado
A pesar de la contundencia demostrativa de Bonatti, su versión seguía ignorada y el CAI no se movía de la versión oficial de Desio. En la opinión pública tampoco terminaban de calar, pero todo esto cambió gracias a un desconocido doctor australiano llamado Robert Marshall.
En 1993, Marshall, apasionado con el relato de Bonatti, descubrió unas fotos en una publicación de 1954 llamada «Berge der Welt». En ellas se veía a Compagnoni en la cima con la máscara puesta y conectada a las botellas de oxígeno. De repente los datos de Bonatti eran confirmados de forma gráfica y aunque los principales actores insistían en su versión fraudulenta -Desio diría que toda la verdad ya estaba en su libro y Compagnoni intentaría justificar la máscara con el frio- el CAI ya no pudo mirar para otro lado.
Durante el 40 aniversario, en 1994, el CAI hizo una declaración donde reconocía que «por temor a que se reavivara la polémica, nunca intervino oficialmente para esclarecer la verdad histórica«. Aprovecharon para ensalzar la figura de Bonatti y sus actos del K2, pero para evitar confrontación no fueron más allá en la rectificación de la versión oficial que permaneció intacta.
A esta declaración Bonatti le dedicó un escrito titulado «Comentario sobre la revisión falsa del 40 aniversario«. Afirmó que «no es tanto mi papel montañero el que debería haber sido reconocido oficialmente (porque nunca fue cuestionado, y menos por mí) sino la más grave de las falsedades contenidas en la historia oficial, a saber, el escándalo de la oxígeno falsamente agotado prematuramente en K2«.
Reconocimiento ¿final?
No fue hasta 2004, tras la muerte de Desio en 2001 y 50 años después de la expedición, que el CAI formó la tantas veces pedida comisión que esclareciera el asunto del K2. Los encargados del informe serían tres expertos de reconocido prestigio: Monticone, Zanzi y Maraini -que estuvo en la expedición en la que Bonatti alcanzó la cima del Gasherbrum IV-.
La conclusión de los minuciosos Tre Saggi -los tres sabios- concordaba con la de Bonatti y explicaba que el oxígeno duró hasta la cima o presumiblemente hasta muy cerca de ella. A pesar de que Compagnoni seguía defendiendo su versión, Lacedelli publicó su libro K2 il prezzo della conquista donde admitía que Compagnoni había decidido subir la tienda del Campo-9 con el fin de que Bonatti no la alcanzara. Respecto a la versión de Desio, que jamás se movió del campo base, afirmó que solo escuchaba a Compagnoni.
El CAI aceptó como posición oficial el informe de los tres sabios y lo publicó en 2007 en el libro K2 – Una Storia Finita. Walter Bonatti al fin vió restaurada la verdad oficial sobre el K2 y murió en Roma en 2011.
Inaceptable e innecesaria declaración
Tras el portazo a la polémica que supuso el informe de los Tres Sabios y con la muerte de todos los implicados (Lacedelli y Compagnoni murieron en 2009) parecía todo ya resuelto. Sin embargo, a la luz de las declaraciones realizadas en marzo de 2023, queda patente que el asunto del K2 continúa siendo incómodo para el CAI.
Como respuesta a una petición de un socio disconforme con la versión oficial, resolvieron en la «POSICIÓN DEL CAI EN EL DESARROLLO DEL ASUNTO DEL K2» su postura, que no daba lugar a interpretación, de la siguiente forma:
RESUELVE
- RECONOCER Y CONFIRMAR, por las razones indicadas en la narración y relatadas aquí como parte integral y sustancial de este acto, que, ahora como entonces, la posición del CAI sobre todo el asunto K2 es la expresada por el Consejo Central en la reunión de 22 de enero de 1994, a la que aquí se alude expresamente, y en los escritos publicados como consecuencia inmediata de la misma en la Rivista del Club Alpino Italiano, Año 115, Tomo CXIII, de mayo/junio de 1994, dedicado a la 40 aniversario de la expedición;
- NO CONSIDERAR, en consecuencia, que pueda o deba agregarse algo más a lo ya resuelto y constatado en 1994;
Es decir, volvían a oficializar la versión de 1994 contra la que Bonatti alzó la voz, ya que no modificaba lo esencial del relato, y no consideraban «que se deba agregar algo más» a esta versión. Se deduce por tanto que el informe de los Tres Sabios -que se realizó 10 años más tarde de 1994- no agregaba nada a la postura oficial.
Esta cobarde resolución fue publicada en actas sin mayor información ni publicidad hasta que un conocido periodista italiano llamado Alessandro Filippinni la descubrió rebuscando entre las actas y alzó la voz.
Las críticas se multiplicaron y el CAI se vió obligado a rectificar. En dicha rectificación más que admitir el error aludieron a una malinterpretación de la resolución. Afirmaron que la posición oficial vuelve a ser la del informe de los Tres Sabios.
Solo cabe preguntarse ¿qué motivó al CAI a volver a resolver de forma innecesaria, contradictoria y con cierto sigilo, contra lo que les había costado más de 50 años resolver con justicia?
1 comentario
José María Martínez · 13 agosto 2023 a las 6:26 pm
El dicho «en todas partes se cuesen habas» resulta muy elocuente para esté artículo. El Alpinismo a nivel mundial está plagado de protagonismos, malas intenciones y acciones con el afán de posicionar figuras a costa de otros.