La historia del alpinismo está llena de expediciones legendarias. Algunas de ellas exitosas, otras fracasos rotundos. Las hay felices y trágicas e incluso hay algunas envueltas en un halo de misterio que ni el paso de los años puede resolver. Probablemente la expedición que mejor ejemplifica esto sea la inglesa al Everest de 1924, donde desaparecieron Mallory e Irvine. Sobre si llegaron o no a la cima se ha especulado mucho, siendo la piedra angular sobre la que orbita el debate un muro inexpugnable situado a 8600m conocido como el Segundo Escalón.
Mientras que de esta expedición se ha escrito multitud de libros, la expedición china de 1960 es bastante desconocida para el gran público a pesar de ser la primera que repetiría su misma ruta. Éste es el relato de esa gran aventura que produjo tanto asombro como desconfianza -así como posibles respuestas- en la primavera de 1960 por la cara norte del Everest.
El contexto de la exploración
Tras los primeros intentos al Everest, por fin en 1953 se produjo el primer ascenso oficial. Tenzing Norgay y Edmund Hillary pisarían la cima por la ruta sureste, en el lado nepalí de la montaña. Ésta misma ruta sería seguida tres años más tarde por una expedición suiza que logró poner a 4 hombres en la cima del mundo.
Mientras, la vertiente norte donde se habían producido las expediciones de los años 20 y 30 -incluyendo la famosa de Mallory e Irvine-, continuaba sin un primer ascenso oficial. Esto se debía en buena medida a la situación política del Tíbet, que tenía las fronteras cerradas desde que en 1950 fue ocupado por China.
De hecho, desde esa fecha solo hay constancia de dos expediciones por el lado norte. Una la encabezó el danés Klaus Bekker Larsen, que en 1951 entró por Nepal y cruzó a la cara norte por el paso Lho-La. Y la otra es una oscura expedición soviética de la que no hay evidencias y se tiende a creer que nunca existió. Supuestamente se saldó con la desaparición de los seis miembros que la formaban en 1952. En cualquier caso, ambas acabaron muy lejos de la cima a 6800m y 8200m respectivamente.
Colaboración chino-soviética
En ese contexto, en noviembre de 1957 la Unión Soviética envió una carta al Comité Central del Partido Comunista Chino. En ella se proponía la creación de un equipo chino-soviético para escalar el Everest en la primavera de 1959, celebrando así el décimo aniversario de la creación de la República Popular China.
Esta colaboración montañera no era nueva entre los dos países. Ya en 1955, los chinos enviaron a unos pocos deportistas a formarse en montaña a la URSS -país con una tradición muy destacada en alpinismo-. A su vez, estos enviarían a dos entrenadores a formar a un grupo de alpinistas chinos -entre los que estaban Shi Zhang-Chun, Xu Jing y Liu Lianman-. Esta relación se materializó en el primer ascenso al Muztag-Ata -7.546m- en 1956 por un equipo chino-soviético.
Los chinos, en el marco histórico de la guerra fría, vieron la invitación soviética como una posibilidad de mostrar al mundo la fuerza del bloque comunista y reivindicar esa parte del Everest como china. Por estos motivos aceptaron la propuesta y se pusieron manos a la obra. El plan trazado era ambicioso, al igual que hicieron los británicos en 1920, primero mandarían una expedición de reconocimiento en 1958 con el fin de recabar información para el intento definitivo.
1958: Expedición de reconocimiento.
Entre las dos potencias formaron un comité para organizar la expedición y dividieron las tareas entre los dos. Los soviéticos -más experimentados- se encargarían del equipo y comida de altitud, mientras que los chinos se encargarían de la logística y el material del campo base. Para asegurar su parte, en 1958, China movilizó a más de 400 tibetanos y otros tantos militares y comenzó a construir la carretera que uniría Shigatse con el Everest.
A la vez que comenzaban estos trabajos, el equipo de reconocimiento -donde se incluía a alpinistas soviéticos de la talla de Eugeny Beletsky- se internaba en el Tíbet. Este equipo dejaría montada una estación de radio y otra meteorológica, así como generadores de gasolina, completando la primera fase de su misión.
En 1959 los miembros chinos del equipo de montaña se desplazaron nuevamente a Lhasa con el fin de afrontar el asalto al Everest. Sin embargo, el 10 de marzo fueron sorprendidos por la rebelión tibetana cuando esperaban la llegada de los soviéticos. El levantamiento finalmente fracasó en un ambiente bélico y fue reprimido duramente por las fuerzas chinas. Se estima que murieron unos 80.000 tibetanos y concluyó con el exilio del Dalai Lama huyendo a pie por los Himalayas camino de la India. Ante esta situación la expedición se suspendió temporalmente.
La ruptura chino-soviética que se produjo a raíz de la muerte de Stalin -y que se materializó a finales de los 50- supuso el abandono del equipo soviético, lo que obligó a los chinos a asumir toda la expedición en solitario. El primer gran problema fue la parte del material de altura, ya que no disponían de industria ni forma de conseguirlo. Para ello el gobierno movilizó fondos y se desplazaron a suiza para comprar material. Allí coincidirían con una expedición del ejército indio que también compraba material para intentar el Everest ese mismo año por la vertiente nepalí.
Comienzo de la expedición
Una vez resuelto el tema del equipo, partieron hacia el campo base del Everest. Primero lo hizo un numeroso grupo formado por más de 200 personas, que alcanzaron el campo base un 3 de marzo y comenzaron con labores logísticas. Asistidos por las informaciones meteorológicas que obtenían de la estación que instalaron previamente, exploraron la ruta haciendo pequeños depósitos hasta los 6.400m
El 19 de marzo llegaría el resto de la expedición y comenzaron sus rondas de aclimatación y trabajo en la ruta. Liderados por Shi Zang-Chun, establecieron un plan en el que irían alcanzando distintas alturas durante tres salidas. El 25 de marzo fijaron su primer campamento a 5400m, donde encontraron botellas de oxígeno, latas de comida y algunas baterías de una expedición británica anterior.
El 27 establecerían su ABC a 6400m, instalando un puesto de comunicaciones y una estación meteorológica. Cerca de esa zona, un alpinista llamado Wang Zhenhua encontró el cuerpo del alpinista inglés Maurice Wilson que había desaparecido durante una estrafalaria expedición en solitario en 1934.
El 28 de marzo la vanguardia de la expedición dirigida por Xu Jing alcanzaba el collado norte y montaba su C5 a 7000m. Las decenas de personas que formaban la expedición entre alpinistas, científicos, médicos y porteadores comenzaron a realizar viajes por la ruta para aclimatar y portear.
Así durante las siguientes semanas lograron cumplir con el objetivo fijado para la tercera y última salida, montando campos y avituallándolos a 7400, 8100 y 8500m. Por desgracia, el precio que pagaron en el camino fue alto.
Dos jóvenes científicos, Wang Ji -hidrólogo- y Shao Ziqing -meteorólogo- morirían en campos de altura victimas de mal de altura. Además, una tormenta sorprendió a buena parte del equipo y más de 30 personas fueron atendidas de distintas congelaciones. Tal era la situación, que pidieron ayuda al ejército y les enviaron médicos del hospital militar de Shigatse. Lamentablemente muchos, entre los que se encontraba el líder Shi Zang-Chun, tuvieron que ser evacuados y todo parecía indicar el fin de la expedición.
Ataque final
A pesar de la situación, el gobierno chino les instó a continuar «a toda costa». Con este fin tuvieron una reunión en el campo base el día 16 de mayo. Las predicciones meteorológicas eran propicias para los siguientes días y decidieron reorganizar el equipo. El grupo de cima lo lideraría Xu Jing e incluía a Wang Fuzhou, Liu Lianman y al tibetano Gongbu. Estaría asistido por otras 10 personas entre alpinistas y sherpas, para portear material y oxígeno al último campo. En este grupo iba Qu Yinhua, cuya misión era fotografiar y grabar al equipo.
El 17 de mayo salieron del campo base llevando consigo una bandera china y un busto de Mao que debían dejar en la cima. Cinco días más tarde la comitiva llegaba a su último campo a 8500m. Una vez porteado el material, los diez del equipo de apoyo -incluyendo a Yinhua- se retiraron a los campos inferiores, quedándose solos los cuatro del equipo de cima. Sin embargo, a la mañana siguiente Xu Jing se lesionaría victima de una caída y Qu Yinhua fue llamado a ocupar su lugar.
El nuevo equipo partió del último campo rumbo a la cima, llevando cada uno dos botellas de oxígeno. No tardaron en alcanzar el gran obstáculo de la ruta: el Segundo Escalón. La parte baja del escalón ya la había explorado antes el grupo de Shi Zang-Chun, encontrando una vía que les llevaba hasta la parte final: una pared vertical de 4 metros de altura.
El Segundo Escalón
El grupo se lanzó a su conquista con todas sus fuerzas, pero uno a uno fracasaron en el intento de escalada. Liu Lianman, el más experimentado, lo probó infructuosamente 3 veces, Qu Yinhua y Gongbu otras dos cada uno. Ante la imposibilidad de subir, Lianman -bombero de profesión- propuso una «escalera humana«, lo que no era otra cosa que una técnica que ya se usaba en alpinismo conocida como «paso de hombros».
Finalmente, Qu Yinhua descalzo -pues no podía pisar a su compañero con las botas claveteadas- sobre los hombros de Lianman, consiguió introducir unos pitones y superar el muro. Ayudándose de una cuerda, subió al resto del grupo. Eran las 17:00 y habían invertido 7 horas desde que salieron, pero el gran problema de la ruta, el segundo escalón, había sido superado.
A pesar de que el terreno ya era más fácil, Lianman -que había estado abriendo la ruta- exahusto no pudo continuar. Con poco oxígeno, a las 19.00 de la tarde y a 8700m, después de que sus amigos lo dejaran resguardado, vió a sus compañeros seguir en la oscuridad hacia la cima. A las 4.20 -hora de Beijing- Gongbu, Fuzhoy y Yinhua llegaban a la cima del Everest y depositaban el busto de Mao acompañado de la bandera china en el punto más alto del planeta.
Sin oxígeno -pues lo habían terminado poco antes de la cima- y sin poder filmar debido a la oscuridad, emprendieron el descenso. Por su parte Lianman ,convencido de que no sobreviviría, escribió la siguiente nota: «Wang Fuchou: Sé que no lo lograré. Queda algo de oxígeno en mi botella. Quizá lo podáis usar para bajar. Adiós, camaradas!«.
Tras reservar el oxígeno para sus compañeros, se dispuso a pasar lo que quedaba de noche en el lugar donde lo habían dejado y donde lo encontrarían al amanecer. Por suerte, Liu se encontraba en buenas condiciones.
Compartiendo el oxígeno de Lianman, los cuatro comenzaron un largo descenso en el que el mal tiempo los sorprendió teniendo que pasar mas días de los deseados en campos de altura. Afortunadamente habían aprovisionado más botellas de oxígeno lo que les permitió finalmente llegar al campo base el 30 de Mayo.
Polémica occidental
La noticia fue publicada en varios artículos rodeada de propaganda comunista china, donde apelaban a la «fidelidad al Partido Comunista«, la «confianza en la victoria de la causa revolucionaria» o la «nobleza y estilo comunista«, llegando incluso a atribuir la estrategia a Mao y citándolo como fuente de inspiración, cuyo espíritu les impulsaba.
Este relato generaría gran escepticismo en la comunidad occidental, siendo tachado de simple propaganda. Desde que Mallory e Irvine desaparecieran en esa misma ruta, la opinión general de que no habían alcanzado la cima se sustentaba en que el segundo escalón era considerado inexpugnable. El relato de los chinos en este punto parecía fantasioso y la falta de pruebas debido a la oscuridad no hacía más que incrementar el escepticismo.
El Alpine Journal acompañó al relato de Shi Zhang-Chun de una nota del editor donde ponía serias dudas al relato, mientras otros -como el escritor americano Quentin Pope en su artículo «CHINA’S GREAT MT. EVEREST HOAX«- lo tildaba de pura ficción. Esta desconfianza termino de asentarse cuando en 1964 una expedición americana ascendía al Everest sin encontrar la estatua de Mao ni nada que atestiguara el paso de los chino.
Por otra parte, el presidente del British Mountaineering Council, Basil Goodfellow -un buen alpinista y fotógrafo de montaña-, estudió una de las fotos presentadas comparándolas con las de Hillary. Su conclusión fue que había sido tomada a 8700m, por encima del segundo escalón. Presentó sus conclusiones a la Royal Geographical Society y a Shipton, que coincidieron con sus teorías. A pesar de esto, la versión que se perpetuó fue que la expedición no llegó a la cima.
Incluso alguien tan respetado como Messner, al ser preguntado por el posible éxito de la expedición aseguró: «Tal como describen la ascensión, ¡imposible! A mitad de la noche, sin linternas, sin oxígeno… Escriben que uno subió descalzo por el Segundo Escalón para escalar mejor, y que habían formado una escalera humana. Más bien creo que en 1960 se dieron cuenta de que era imposible escalar ese tramo en libre«.
Cambio de visión
Pasado un tiempo, Chris Bonington se entrevistó con los miembros de la expedición china y dio total credibilidad a su relato. Los muñones donde antes estaban los dedos de Qu Yinhua eran testigo de esa escalada descalza. Además la descripción que hicieron de la última parte de la ruta encajaba perfectamente con el camino que hoy siguen las comerciales, incluyendo pasos que no podían conocer sin subir. A la misma conclusión llegó Naomi Uemura tras entrevistarse con Yinhua.
Poco a poco, la visión occidental de esta expedición fue cambiando. Al analizar la película de la expedición, David Breashears -director de varios documentales que ha subido al Everest en cinco ocasiones- afirmó que en esas imágenes no había duda que los chinos subieron el Segundo Escalón. Hoy en día la opinión general es la de creer en la cima y Hawley así la catalogó en su Himalayan Database, donde figura como la tercera ascensión al Everest de la historia.
Ante estas conclusiones, no son pocas las incógnitas que se abren sobre el enigma más interesante de la historia del alpinismo. El Segundo Escalón, ese último obstáculo insalvable que se interpone entre el último campamento y la cima, se probaba menos «insalvable». Sí había sido superado por un equipo relativamente inexperto, ¿quizá pudo también ascenderlo alguien tan capaz como Mallory?.
1 comentario
Mikel Serrano · 17 abril 2022 a las 8:04 pm
Oso artikulu ona eta interesgarria.