
Para el público general, el nombre de Willi Unsoeld esta ligado indefectiblemente a una de las rutas más difíciles del Everest, que abrió junto a Tom Hornbein, en 1963. Sin embargo, la vida de Unsoeld está cuajada de notables expediciones y también de una de las historias más tristes en la historia del alpinismo.
La figura de Unsoeld adquiere relevancia cuando, con 21 años, planea una expedición al Himalaya con Herbert Rickett, a quien había conocido en el ejército. Sin tener muchos medios ni conocimiento de la cordillera asiática, Unsoeld y Rickett deciden emprender su aventura desde los Alpes suizos en 1948, sin saber ni siquiera su objetivo final. Allí, cargados con el material con el que tenían pensado ir al Himalaya, acometen ascensiones a picos como el Cervino, el Jungfrau o el Monte Rosa.
En Zurich conocen al presidente de la Swiss Foundation for Alpine Research, Ernst Feud, quien les aconseja sobre el Himalaya. Dado lo limitado de su expedición, les recomienda una montaña no muy alta (6.500m) pero de gran belleza y complejidad, donde habían fracasado Smythe o Hillary: el Nilkantha.
1949. Nilkantha
Tras gastarse casi todos sus fondos en los Alpes, los dos compañeros se desplazan a Suecia donde trabajan en una fundición y buscan algún modo de llegar a la India. Allí conocen a Laurie French, un entusiasta inglés, que se une a la aventura y juntos viajan en barco a la India.
Tras un incómodo viaje en tren y un largo trekking llegan finalmente a Badrinath, una ciudad considerada sagrada por los hinduistas, a los pies del Nilkantha. Allí gozaron de la hospitalidad de sus gentes, que les dieron el mismo trato que a los peregrinos y les ayudaron con sus cargas hasta el glaciar Satopanth donde establecerían su campo base.
La ruta pasaba por un collado situado a poco más de 5000m donde fijarían su C-1. Por desgracia, los problemas alimentarios y la disentería hicieron mella en Rickett, que desistió de seguir subiendo y se quedó en el C1. Laurie y Unsoeld continuaron ascendiendo hasta los 5500m donde vivaquearon. A la vuelta al C1 se encontraron con un debilitado Rickett que, al no mejorar, decidió descender a Badrinath.
La expedición terminó oficialmente a los dos días sin progresar mucho más. Sin embargo, el viaje no terminó para Laurie y Unsoeld que recorrieron buena parte del himalaya indio. Durante este viaje, una montaña causó gran impacto en Unsoeld por su majestuosidad y belleza: el Nanda Devi. Willi prometió que si algún día tenía una hija, le pondría ese nombre.
1954. Makalu
Los años 50 fueron clave en las altas cimas del mundo. Los franceses inaugurarían la década con la cima del Annapurna, el primer ochomil. A él le seguirían en 1953 el Nanga Parbat y sobre todo el Everest.
Para los americanos, el K2 parecía vedado por problemas políticos. Así que miraron hacia el Makalu, otro de los gigantes del Himalaya, que por aquella época aún no había sido ni siquiera explorado. Las ascensiones a los ochomiles eran motivo de orgullo nacional y el estado norteamericano se volcó con esta expedición, proveyéndola de fondos y llegando incluso a transportar a los alpinistas y sus cargas en un avión militar a la india.
Con pocas referencias y basándose sobre todo en el relato de Hillary, Evans y Shipton, que en 1952 habían explorado el valle Barun, la expedición californiana dirigida por Siri y formada por 10 alpinistas se encaminó hacia allí, donde establecieron su campo base un 4 de abril de 1954.
Al no tener información de la montaña, Siri dividió a su expedición en dos equipos y los envío a explorar las distintas posibles rutas de ascenso. Pese a no encontrar ninguna satisfactoria, finalmente se decantaron por la arista sudeste que había estudiado el grupo de Unsoeld.
El 18 de abril comenzó el intento de ascensión. La estrategia era la clásica expedición pesada de la época -con la única salvedad de la ausencia de oxígeno-, donde irían montando campos sucesivamente y equipando la ruta.
Steck y Unsoeld fijaron un primer campamento a 5030m para posteriormente superar la cascada de hielo y montar su segundo campamento a 5485m. El hecho de abrir una ruta en la cascada permitió a todo el equipo ponerse a trabajar y para el 1 de mayo ya habían alcanzado los 6700m y montado cuatro campos cuando el mal tiempo les hizo regresar al CB.
Allí auxiliaron a una expedición liderada por Hillary que se proponía explorar varios picos de la zona, rescantando a Jim McFarlane que había caído en una grieta.
Durante todo el mes de mayo el equipo continuó su intento, estableciendo un campo 5 a 7.000m. El 2 de Junio Long y Unsoeld alcanzaban la altura máxima a 7.150m pero la llegada del monzón les obligó a finalizar la expedición.
Ese mismo año Unsoeld tendría una hija a la que puso por nombre Nanda Devi -que significaba diosa de la felicidad-. Un año más tarde Terray y Couzy lograrían la primera ascensión al Makalu.
1960. Masherbrum
Durante los años siguientes, la familia Unsoeld se dedicó a compaginar su trabajo -Willi era profesor de filosofía y religión en la universidad- con el alpinismo en familia. En este aspecto destaca la directa a la cara norte del Grand Teton realizada con su mujer Jolene, convirtiéndose en la primera mujer en lograrla.

A finales de 1959 Willi recibió una llamada de Nick Clinch para invitarle a su siguiente gran aventura: el Masherbrum. Aunque ésta montaña continuaba inescalada, a diferencia del Makalu, era bien conocida. Dominando el valle de Hushé, muchas expediciones a los ochomiles pakistaníes la habían visto y estudiado. Además tenía varios intentos anteriores -1938, 1955 y 1957- que arrojaban luz sobre la ruta a seguir.
Clinch reunió a un equipo muy competente y experimentado. Liderando la escalada estaba George Irving Bell, como alpinistas Unsoeld, Clinch, Emerson, McCormack, McGowan y como médico, un desconocido Tom Hornbein. También incluirían a tres militares pakistaníes: Jawed Akhter, Imtiaz Azim y Akram Quereshi.
Situaron su campo base a unos 4100m a los pies de la cara sureste del Masherbrum. El plan comprendía montar un campo base avanzado en lo que llamaron Dome a 6.400m -una vez superada la cascada de hielo- y equiparlo de forma que se mudasen todos allí reduciendo el número de pasos por la cascada.
Para ello hicieron distintas cordadas que se iban turnando siguiendo la estrategia de «escalar alto y dormir bajo«, adquiriendo así una correcta aclimatación.
El día 1 de junio salieron del CB, con Unsoeld a la cabeza, logrando equipar la ruta y establecer el ansiado C-3 una semana más tarde. Una vez allí, el mal tiempo los retuvo hasta que el día 17 pudieron empezar con la segunda etapa del plan.
Intento de cima
El día 18 Unsoeld y McGowan llegaban a los 7.000m donde establecerían el C-V y para el 21 ambos alpinistas, junto con Clinch, se habían instalado ahí con material para intentar subir a la cima. La ruta era técnicamente difícil y decidieron montar un C-VI. Desde allí Unsoeld y McGowan lanzarían el primer ataque. Para este intento usaron el equipo de oxígeno, pero deficiencias en las máscaras lo hacían poco útil -«avanzábamos igual de rápido que sin oxígeno y puede que incluso más fatigosamente» dijo McGowan-.
Tanto la dificultad técnica como las avalanchas que sufrieron frenaron a la pareja que retornaron al C-VI donde les esperaban Hornbein y Bell, no sin antes sufrir una caída que por fortuna pudo detener Unsoeld. Ya en el C-VI analizaron las posibilidades de éxito y convinieron en la necesidad de instalar un séptimo campamento. Por desgracia, el mal tiempo haría su aparición y por miedo a consumir todo lo que habían porteado, los cuatro decidieron descender.
Durante ese descenso una gran avalancha arrastró a la cordada. «Recuerdo a Unsoeld gritando nuestros nombres cuando todo se hubo parado, yo era el único incapaz de contestar«, recuerda McGowan. Finalmente pudieron rescatarle. La cuerda se había liado alrededor de su cuerpo produciéndole distintas lesiones. Con ayuda de sus compañeros que estaban en C-V pudieron bajarle, llegando a los dos días al C-III.
El 29 de junio, Bell y Unsoeld salieron de ese mismo campamento para intentar llegar a la cima. Las avalanchas habían barrido la ruta limpiándola de nieve lo que les posibilitó instalar una tienda a 7.620m -su C-VII-. El 6 de julio, Unsoeld, seguido de Bell, se convertiría en la primera persona en pisar la cima del Masherbrum donde dejó un pequeño crucifijo.
Dos días mas tarde, Clinch y Ankhar -que perdería los dedos por culpa de las congelaciones- pisaron también la cima. El 12 de julio todos celebrarían en el campo base la ascensión, en total habían permanecido 44 días en altura.

1963. Everest
En 1961 Kennedy creó los Cuerpos de Paz cuya finalidad era promover los valores democráticos por el mundo. La oficina de Nepal necesitaba un director y le ofrecieron el puesto a Unsoeld. En 1962 se desplazó con toda su familia a su nuevo destino cuando recibió la oferta de Dyhrenfurth para formar parte de su futura expedición al Everest. Hacía 10 años que Hillary y Norgay habían pisado por primera vez su cima y desde entonces, solo dos expediciones -una suiza y otra china- los habían seguido. En total, solo 9 personas habían conseguido llegar a la cima del mundo, ninguna de ellas americanas.

Tanto Dyhrenfurth como Unsoeld tenían especial interés en la participación de Hornbein ya que, además de médico y haber demostrado un gran rendimiento en el Masherbrum, había diseñado una nueva máscara que solventaba los problemas que padecieron con el oxígeno durante ésta última expedición.
Por aquella época Hornbein se encontraba realizando el servicio militar en la marina y sus distintas peticiones de permiso para participar en la expedición habían sido denegadas. Ante ésta situación, Unsoeld recurrió al responsable de los Cuerpos de Paz, el sargento Shriver. Éste era cuñado de Kennedy y, a través del presidente, Hornbein fue liberado de sus obligaciones.
El plan inicial de Dyhrenfurth era lo que llamó el «Grand Slam«, escalar el Everest, Lhotse y Nuptse. Sin embargo durante la aproximación constató el poco interés que éste reto suscitaba en su equipo. En su lugar, la posibilidad de explorar la Arista Oeste del Everest -defendida sobre todo por Hornbein- sí recibía apoyos. Llegados a este punto, Dyhrenfurth juzgó las bajas posibilidades de éxito de ese plan y decidió hacer dos rutas. Una que seguiría la conocida del collado sur -con más posibilidades de cima- y si viesen viable durante la exploración la arista oeste, parte del equipo podría intentarla.
Inicio de la expedición
Con éstas intenciones, la expedición llegó el Campo Base el 21 de Marzo. Por desgracia, la aventura no pudo empezar peor. Durante la exploración de la cascada de hielo, un enorme serac se deslizó acabando con la vida de Jake Breitenbach. A pesar de la tragedia, el equipo decidió continuar y así fueron avanzando en la ruta del collado sur.
El equipo de vanguardia progresaba rápidamente. Para finales de marzo ya habían alcanzado lo que sería su campo base avanzado (C-II) a 6500m. Llenos de optimismo, se produjo una reunión donde establecieron el plan de actuación. Por un lado estaba el equipo que exploraría la arista oeste. Dirigido por Unsoeld, contaba con Hornbein, Corbet, Emerson, Dingman y Bishop. El segundo equipo a las ordenes de Dyhrenfurth lo formarían Siri, Whittaker, Jerstad, Pownall y Roberts y se encargarían de la ruta del Collado Sur.
Tras dos reconocimientos de la arista oeste, Willi Unsoeld, Tom Hornbein, Dave Dingman y Barry Bishop volvieron al Campo Base Avanzado. Habían alcanzado los 7650m y a pesar de que creían que había una ruta, sus noticias no eran nada esperanzadoras. La ruta era extremadamente complicada, difícil de abastecer y sin sitios claros donde montar los campos. Debido a ello, Dingman solicitó ser reasignado al equipo del collado sur. La misma petición hizo Bishop, que veía que sus posibilidades de cima se reducían notablemente.
Ante esto, Dyhrenfurth decidió aparcar el plan de la arista oeste concentrando todos los esfuerzos y medios en la ruta normal del collado sur. Al sugerir a Unsoeld si quería ser también reasignado se encontró con una negativa. Willi dejaría escrito en su diario: «Seguramente el alpinismo es más que una cuestión de cumbres, incluso cuando la cumbre es la del Everest«.
La ruta del collado sur
Así, con la mayoría del equipo volcado en la ruta del collado sur, fueron equipando uno a uno los campos de altura. Con la ayuda de un nutrido grupo de sherpas y el sistema de oxígeno diseñado por Hornbein, fijaron el último campamento -CVI- a 8300m.
Desde ese último campamento, el 1 de mayo, salieron hacia la cima Nawang Gombu, Whittaker, Dyhrenfurth y Ang Dawa. A las 13:00 Whittaker y Gombu desplegaron la bandera estadounidense en la cima del mundo. Dhyrenfurth y Dawa se tuvieron que conformar con la cima sur, desde donde pretendían grabar parte de este histórico ascenso.
La arista oeste
Una vez logrado el objetivo principal, los esfuerzos en la arista oeste se retomaron. La ruta era complicada y la ubicación de los campos bastante precaria. Con el fin de ayudar en el abastecimiento de la ruta, Al Auten y Barry Corbet instalaron un cabrestante a motor en el C-III a 7.250m con el que sólo lograron izar algunas botellas de oxígeno.
El mal tiempo hizo su aparición a primeros de mayo, lo que hacía aún mas peligrosa la ruta. La estrategia consistía en que dos alpinistas -Unsoeld y Hornbein- intentasen la Arista Oeste, mientras otros dos escaladores volverían a ascender por la ruta del Collado Sur para asistirlos en la bajada.
El 15 de mayo un grupo formado por Auten, Corbet, Unsoeld, Hornbein y cuatro sherpas lograban establecer un C-IV a 7650m. Sin embargo, esa misma noche una tormenta azotó con fuerza la montaña. Durante esa noche perdieron dos tiendas y varias cargas de material.
Esa misma mañana, Unsoeld llamó por radio para informar de la evacuación del campamento justo en el momento en que su tienda empezó también a deslizarse pendiente abajo. Por suerte tanto él como Hornbein y Corbet pudieron escapar a tiempo, pero perdieron la totalidad del C-IV.
Tras recuperar a duras penas sus piolets, emprendieron la bajada al C-III. El 22 de mayo era el día marcado para finalizar la expedición y la pérdida del C-IV de la Arista Oeste era un duro golpe, ya que comprometía su plan de montar hasta un C-V desde el que lanzar el intento de cima.
Último intento
Dada la proximidad de la fecha de fin, el equipo de apoyo del Collado Sur, formado por Jerstad, Bishop y tres sherpas, salieron del Campo Base Avanzado hacia la parte alta de la montaña. Sin tiempo apenas para recuperarse, el equipo de la Arista Oeste se puso también en marcha reequipando de nuevo el C-IV el 20 de Mayo.
Al día siguiente Auten y Corbet -seguidos de cinco sherpas, Unsoeld, Hornbein y Emerson- lideraron la ruta para tratar de establecer un C-V. Emerson, aquejado de mal de altura, se dió la vuelta pronto. El resto siguió la línea que habían explorado previamente hacia el corredor que, tras haberlo visto en una foto aérea, Hornbein había propuesto como ruta.
El equipo llegó hasta una pequeña repisa, donde estimaron que podían plantar la pequeña tienda que acogería a los dos alpinistas y que serviría de C-V. Así, habiendo logrado su objetivo, el equipo se dió la vuelta dejando solos a los dos alpinistas con el material para intentar la cima. En la otra cara de la montaña, el equipo de apoyo alcanzaba el Collado Sur.
El ascenso
A las 4 de la mañana del 22 de Mayo, Hornbein y Unsoeld salieron de la tienda encarando la última y más expuesta etapa de la escalada: el corredor que Unsoeld había bautizado como Corredor Hornbein.
Con Unsoeld a la cabeza, la cordada progresaba lentamente, buscando la ruta adecuada. La pendiente era imponente y llegado un punto, en la única pequeña repisa que encontraron donde apenas podían sentarse, se produjo una conversación entre los dos. Lo tardía de la hora -eran las 15:00- y lo expuesto del camino les obligaba a tomar una decisión: o abandonaban o continuaban con todas las consecuencias, ya que no habría forma de volver por el mismo camino. Habían alcanzado el punto de no retorno.
Whittaker, que tras haber logrado la cima, se encontraba en campo base, recibió la comunicación por radio donde Unsoeld le informaba de su decisión de continuar. Alarmado por la situación, les rogaba que reconsideraran no cortar con su vía de escape, pero la decisión estaba tomada y Unsoeld y Hornbein continuaron subiendo.
Poco mas tarde, a las 15:30, Bishop y Jerstad llegaban agotados a la cima por la ruta normal. Tras pasar 45 minutos en la cima y sin ver ni oir a sus compañeros de la ruta oeste, empezaron su descenso.
Willi y Tom mientras se encontraban desorientados, pidiendo indicaciones a Whittaker por radio y finalmente, enfrentándose a una delicada sección de roca que exigía una escalada extenuante, lograron orientarse. No fue hasta las 18.15 que la radio volvió a sonar en el Campo Base: «Tengo promesas que cumplir y millas por recorrer antes de dormir«. Con este poema de Tom Frost, Willi Unsoeld informaba que habían alcanzado la cumbre.
El descenso
Al júbilo inicial pronto le sobrevino la preocupación. Era muy tarde para estar en la cima, pronto se quedarían sin luz y no conocían el camino de bajada. Por suerte, las huellas de Bishop y Jerstad eran visibles y las pudieron seguir sin problema hasta la Cima Sur.
En ese momento, Unsoeld se encontraba ya sin oxígeno y la noche les alcanzó. Pronto las huellas dejaron de ser visibles y ante el miedo a perder el camino gritaron a sus compañeros. Para su sorpresa obtuvieron respuesta y más animados continuaron descendiendo guiados por sus voces.
Bishop y Jerstad, que bajaban exhaustos y a un ritmo muy lento, esperaron durante casi dos horas a sus compañeros. Cuando al fin se encontraron retomaron el descenso pero, en plena oscuridad y sin oxígeno, su ritmo era penoso, cayendo a cada rato. Al final no tuvieron más remedio que vivaquear aproximadamente a 8530m sin saco de dormir ni oxígeno.
La madrugada del 23 de mayo Dave Dingman y Girmi Dorje salieron a intentar un rescate imposible. Pese a estar convencidos de que sus compañeros habían muerto, la excepcional buena noche sin apenas viento, hizo que los encontraran con vida. Surtiéndolos de oxígeno y bebidas, reanudaron un descenso que terminó con todos los alpinistas a salvo en el CB. Willi Unsoeld y Barry Bishop perderían todos los dedos de los pies.
1976. Nanda Devi
La ascensión del Everest supuso una gran hazaña en la historia del alpinismo. La expedición fue condecorada por el presidente Kennedy y elevó a Unsoeld y Hornbein a leyendas.
Tras pasar 5 años en Nepal, donde su familia crecía entre montañas, los Unsoeld regresaron a Estados Unidos y Willi retomó su actividad docente. La amputación de sus dedos supuso su retiro del alpinismo de primer nivel, pero seguía acudiendo asiduamente a sus montañas cercanas y frecuentando ambientes alpinos.
Ad Carter, de 65 años y editor del American Alpine Journal, se encontraba entre su círculo de amistades. Fue a Ad precisamente a quien Nanda Devi Unsoeld le propuso a finales de 1974 la expedición a la montaña que le había dado nombre. El motivo era celebrar los 40 años de la primera ascensión, en la que además había participado Carter.
Seducido por la idea, Carter propuso una expedición coliderada por él mismo y Unsoeld, que intentaría la ascensión por una nueva ruta por la desconocida cara norte. La dimensión de ambos lideres hizo que pronto consiguieran los apoyos necesarios y se lanzaron a reclutar un equipo acorde.
A los dos lideres y a Nanda Devi, se les sumarían los alpinistas indios Kiran Kumar y Nirmal Singh, así como Louis Reichardt y John Roskelley -dos de los montañeros americanos más en forma del momento, que venían de realizar la tercera ascensión en la historia al Dhaulagiri-. John Evans, Elliott Fisher, Andrew Harvard, el médico James States, Peter Lev y su novia Marty Hoey cerrarían el equipo. La participación de ésta última estuvo en debate ya que, aunque Hoey era una buena alpinista, su relación personal en claro declive con Lev preocupaba a Roskelley y Reichardt, que pensaban que podría influir negativamente en el devenir de la expedición.
A pesar de que la época monzónica no es favorable a las escaladas en el Himalaya, Carter se decantó por ésta opción ya que coincidía con el periodo vacacional universitario y tanto él como Unsoeld eran profesores. Además, su experiencia durante la exitosa expedición de 1936 -que alcanzó la cima el 29 de Agosto- le reafirmaba en la posibilidad de escalar durante el verano.
Marcha de aproximación
Ya antes de partir, diferencias importantes de estilo evidenciaron discrepancias en el equipo. Mientras unos tenían una concepción más romántica de la expedición y proponían un estilo alpino más puro, otros con más experiencia, al ver la dimensión del equipo y las diferencias técnicas de los integrantes, se decantaban por un estilo más clásico con varios campamentos de altura.
Con estas dudas, el equipo -a excepción de John Evans que se incorporaría más tarde debido al inminente nacimietno de su hijo- llegaba a mediados de julio a la India e iniciaban un trekking no exento de problemas. A los dos días, la disentería hizo su aparición afectando especialmente a Marty Hoey. Su situación empeoró drásticamente y el equipo sostuvo una tensa reunión en Dibrugheta.
Roskelley, Reichardt y States -médico de la expedición- abogaban firmemente por la evacuación de Hoey. Otra parte del equipo veía en esta posición la continuidad del debate inicial sobre la participación de Marty. Willi, dentro de su filosofía del diálogo y del derecho a la propia asunción del riesgo personal, valoró la opinión médica de States como un factor a tener en cuenta, pero en su opinión la decisión correspondía a la propia enferma -ya que creía que su situación podía mejorar con un tiempo de descanso-.
Finalmente pudo la prudencia y los criterios médicos y se evacuó mediante helicóptero a Hoey, cuya situación se corroboró como de extrema gravedad. Sin embargo, las discrepancias de Dibrugheta ahondaron en la división del grupo. States, Reichardt y Roskelley fueron denominados como «Equipo A».
Hoey no era la única que presentaba problemas durante esos inicios del trekking, Jim States también evalúo a Nanda Devi que presentaba una hernia, aunque no revestía mayor importancia. Devi, de carácter alegre y optimista, realizó la marcha sin molestias, acompañando en gran parte del camino a los porteadores. Su espíritu humanitario y el hecho de que en su juventud aprendiera nepalí -una lengua muy similar al Garwhalí- hizo que estableciera una relación cercana a ellos. Los porteadores, cautivados por su simpatía, se referían a ella como «didi» que significa hermana.
Inicio de la escalada
Así, un 22 de julio, la expedición llegaba al santuario del Nanda Devi. En primer lugar se llevó a cabo una exploración para encontrar posibles rutas de ascenso. En esa primera etapa ya se hizo evidente la imposibilidad de un ascenso ligero, dada la dificultad de la ruta.
El primer gran obstáculo que se presentaba era el acceso a la arista, ya que había que cruzar el Rishi Ganga que, debido al monzón, bajaba con un gran caudal. Por suerte encontraron un sólido puente de nieve, aunque descubrieron otro de los grandes problemas que les acompañaría durante el resto de expedición: las continuas avalanchas.
El equipo progresaba adecuadamente, estableciendo en dos días el campamento sobre la arista -5.700m- y el 29 de julio el campo base avanzado. A partir de entonces, el monzón ralentizaría su ritmo. La gran acumulación de nieve unida al calor, hacía la ruta muy inestable y con graves peligros de avalancha. Además obligaba a palear frecuentemente nieve, desenterrar cuerdas y abrir huella en nieve profunda constantemente.
Ante la ausencia de Evans, que aún no había llegado, se nombró a Lou Reichardt líder de escalada. Su misión se tornó complicada dadas las divisiones del grupo. A esto hubo que añadir la retirada de Ad Carter -que en su opinión ya había cumplido su labor organizativa-. Este abandono no fue bien acogido ya que aún podía realizar múltiples tareas organizativas de Campo Base. Reichardt dejaría escrito: «Estoy especialmente irritado porque Ad eligió qué debíamos comer, con quién escalar y la época en la que viajar fue elegida para su conveniencia. Siento que tiene una responsabilidad que no puede delegar en mi como líder de escalada.«
Para colmo, a la ausencia aún de Evans, la evacuación de Hoey y el abandono de Carter habría que sumar el de Elliott Fisher, quién estimaba la ruta demasiado difícil y peligrosa. Lo que dejaba al equipo bastante reducido.
Cima del Nanda Devi
Poco a poco, los campos fueron establecidos y equipados. Todo el grupo trabajó duramente en trabajos de porteos, logrando establecer hasta el Campo III -6850m-, donde se alzaba el principal problema de la ruta: un contrafuerte rocoso de gran altura.
Cómo superarlo generó nuevamente discusiones ya que, mientras Rosekelley apuntaba a una difícil -pero más segura- vía directa. Peter Lev señalaba a una posible alternativa ya que, según creía, por la vía de Rosekelley -incluso equipada- no serían capaces de subir todos.
Lou, en su rol de lider, se decantó por la vía directa y tras dos días de trabajo, el 29 de agosto, Rosekelley consiguió abrir totalmente una vía que les permitió superar el contrafuerte y montar un último campamento encima del mismo -C4 a 7300m-. El día 31 Roskelley, Reichardt y States ocuparían este campamento desde el que saldrían hacia la cima al día siguiente. El 1 de septiembre a las 14:00 lograban el primer ascenso de la cara norte del Nanda Devi -7.816m-, sin duda uno de los grandes logros del alpinismo estadounidense.
Segundo equipo de cima
Tras el éxito, el equipo se reunió en el C-3. Allí se estaba preparando el segundo equipo de cima, que estaría formado por Peter Lev, Andy y Devi Unsoeld -que arrastraba una tos y problemas estomacales-. Tras informar de la ruta y sus dificultades, Roskelley le expresó sus dudas sobre Devi a Willi.
States que la había examinado, a pesar de que también expresó sus dudas sobre la conveniencia de que subiera, no encontró nada concluyente que impidiera el ascenso. Tanto la hernia, como la tos o los problemas estomacales los había sufrido durante toda la expedición, sin que supusieran una merma a su rendimiento.
Devi se encontraba decidida y, ante las dudas planteadas, Willi contestó: «¿Qué puede un padre hacer?«. Nuevamente su filosofía de respeto a la libertad, a la personal asunción del riesgo, hizo que Willi aceptara la decisión de Devi y el segundo equipo de cima partió hacia arriba. Willi se quedó con Evans -que finalmente había llegado- para formar a los alpinistas indios en las técnicas de escalada que requería la difícil vía del contrafuerte. Serían el tercer equipo de cima.
Muerte de Nanda Devi
Andy y Devi habían escalado durante toda la expedición juntos y -aunque no lo habían dicho por el precedente de Hoey- habían comenzado una relación amorosa, llegando al punto de prometerse en matrimonio.
Peter Lev fue el primero en llegar al C-4 a las 20.30. Se comunicó por radio y se dispuso a preparar líquidos para sus compañeros. Hasta las 23.00 no llegó Andy, extenuado por la difícil escalada del contrafuerte. El tiempo pasaba y la preocupación por Devi iba en aumento. Llegado un momento, Andy salió en su búsqueda y se la encontró a escasos 5 metros de la arista. Su yumar se había bloqueado y exhausta no conseguía avanzar. Eran las 2.00 cuando finalmente se reunieron en el C-4.
El día siguiente, 4 de septiembre, se lo tomaron de descanso. Devi continuaba cansada del día anterior, pero no presentaba ningún otro síntoma alarmante. El día 5 aún se sentía débil y prefirió quedarse con Andy a esperar la llegada del tercer equipo. Peter Lev, viendo peligrar su intento de cima salió a intentarlo, pero al ir solo, la nieve profunda le obligó a retirarse.
Mientras, el equipo de Willi progresaba lentamente en el contrafuerte. La escasa habilidad técnica de los alpinistas indios les obligó a retirarse al C-3. Evans además comenzó a sentir malestar, lo que acabó siendo una hepatitis. Al día siguiente, Willi demostró una gran determinación subiendo en solitario el contrafuerte, porteando una carga imponente, para unirse al intento de cima.
Los dos dias siguientes el mal tiempo los retuvo a los cuatro en el C-4. Devi pudo comer e hidratarse con normalidad, sin embargo comenzó a tener problemas estomacales que se vieron agravados la madrugada del 8 de septiembre. Su cuerpo producía una cantidad importante de gases que solo podía expulsar sentada -posición en la que pasó toda la noche-.
La situación comenzó a ser preocupante y el equipo se preparaba a descender cuando Nanda Devi de pronto se puso pálida y dijo de forma calmada: «voy a morir«. Acto seguido colapsó y comenzaron a intentar reanimarla con maniobras de respiración y masaje cardíaco. Willi cuenta que «supo que la habían perdido cuando a los quince minutos sintió que sus labios se volvían fríos contra los suyos«.
Rotos por el dolor, situaron el cuerpo dentro de su saco de dormir y formaron un circulo arrodillados alrededor de él, cogiéndose las manos. Willi, que era profundamente espiritual, dirigió unas oraciones agradeciendo el tiempo y la alegría vivida. Tras ésto arrojaron el cuerpo por la cara noreste. «Dejamos el cuerpo en esta tumba de hielo, para descansar en el pecho de la bendita diosa Nanda» diría luego Willi.
Completamente deshechos, abandonaron la montaña. Al despedirse, los alpinistas indios dieron su interpretación de lo acaecido. Para ellos, cuando Willi prometió dar el nombre de la montaña a su hija, la diosa de la felicidad Nanda decidió reencarnarse en ella. Su nombre, su cabello rubio, el que hablase su idioma y sobre todo su alegría, les hacían creer que era la misma diosa. Ella había organizado toda la expedición que la había traído de vuelta a casa.

Últimos días
Willi, aunque afrontaba su pérdida con filosofía, sabiendo que «si no hubiera hecho esas cosas o la hubiesen educado de una forma no tan estoica o determinada, simplemente no habría sido Devi«. Lo cierto es que jamás se recuperó: «¿Como puedes sobrellevar una situación así?. Simplemente no puedes, la situación te sobrelleva a ti«.
El 4 de marzo de 1979 -apenas tres años después de la expedición al Nanda Devi- Willi se encontraba escalando con unos alumnos en el Monte Rainier cuando una avalancha los sorprendió. Ese sería el fin de una joven llamada Janie Diepenbrock y de Willi Unsoeld, un alpinista de leyenda.
9 comentarios
Daniel · 5 agosto 2020 a las 3:16 pm
Hoy conocí la página! Me gusto mucho! Va a favoritos !
Aitor Tilla · 5 agosto 2020 a las 8:56 pm
Muchas gracias Daniel! Son palabras que motivan a seguir.
Jacobo · 6 agosto 2020 a las 12:37 am
Hola Aitor,
Fíjate que te seguía por Twitter y no fui consciente del gran blog que tienes.
Qué fallo no haberme dado cuenta antes!!
Ya te tengo fichado .
Un abrazo!!
Aitor Tilla · 8 agosto 2020 a las 2:28 pm
Hola Jacobo,
Mil gracias por todo. También te sigo y la verdad que es interesante todo lo que publicas en
https://www.blogbrandsmountain.com/
Un abrazo
Rafael Jiménez · 7 agosto 2020 a las 1:26 pm
Un articulo precioso y muy humano, gracias por compartirlo.
Un abrazo desde Sabadell
Aitor Tilla · 8 agosto 2020 a las 2:20 pm
Muchas gracias por tus palabras. Dudé bastante si centrarlo en sus expediciones más relevantes, ya que la extensión puede resultar incómoda para un formato blog. Pero creo que el contexto es interesante y más en este caso, que a pesar de que hablamos de expediciones como la primera exploración del Makalu o la primera al Masherbrum, esta poco reivindicado.
Un abrazo!
Jeremías Johnson · 6 noviembre 2020 a las 7:12 pm
Aitor, una historia maravillosa y cautivadora que me ha regalado una tarde de lectura en el mejor viaje posible hacia lo desconocido.
Un abrazo!!
Aitor Tilla · 16 noviembre 2020 a las 10:26 am
Pues no sabes como me alegra porque este es el propósito del blog.
Un abrazo amigo!!
Ale Reyes · 19 mayo 2021 a las 3:19 am
Me encantó la lectura, gracias