Ante la llegada del invierno, el mundo del alpinismo se bifurca en dos direcciones. Mientras unos ven la posibilidad de enfrentarse al crudo invierno siguiendo los pasos de los polacos, otros miran hacia el hemisferio sur. Allí el comienzo del verano austral propicia las mejores condiciones para la exploración de sus cumbres.
Este es el caso de Carlos Suárez o Denis Urubko, dos grandes alpinistas que dirigirán sus cuerdas hacia un pico de leyenda: el Cerro Torre. Y es que, a pesar de elevarse solamente 3128m, sus líneas han cautivado a los más grandes alpinistas de todos los tiempos.
Ya en 1782, el explorador Antonio de Viedma no encontró otra palabra para describirlo que una torre, esta sería la primera referencia al cerro -y la que le daría su nombre-. A su vez Lionel Terray, tras realizar la primera ascensión al vecino Fitz Roy en 1952, lo definió como “una montaña imposible”.
Estas palabras de Terray, junto con unas fotografías realizadas por de Agostini, despertaron el interés de la comunidad alpina internacional y el de Cesare Maestri en particular.
Expediciones de Bonatti y Detassis. 1958
Maestri era un portentoso escalador de roca cuyas escaladas sin cuerda en los dolomitas habían asombrado al mundo entero, granjeándole el apodo de «la araña de los dolomitas«.
Tras enlazar 13 cimas de los Dolomitas sin cuerda y en menos de 16 horas, la fama de Maestri se hizo internacional. No es de extrañar por tanto que recibiese una invitación de Detassis a su expedición de 1958 al Cerro Torre. Allí coincidieron con otra potente cordada que perseguía el mismo objetivo y que ese mismo verano deslumbrarían con la primera ascensión al Gasherbrum IV. Se trataba de Carlo Mauri y Walter Bonatti.
Sin embargo, las relaciones entre ambos equipos no fueron buenas -probablemente fruto de la rivalidad-. Bonatti lo resume así: «Me dijeron que la montaña era suya«. Esto llevó a que cada equipo intentara una cara diferente en lugar de aunar esfuerzos. Mientras la expedición de Maestri estudiaba la cara este, Bonatti y Mauri se afanaban en la cara oeste.
Ninguno de los dos equipos logró su objetivo. Tras buenos progresos, la cordada de Bonatti tuvo que retirarse por el collado que llamarían de la Esperanza. A su vez, Detassis prohibió cualquier intento a su equipo debido a que la ruta ofrecía una peligrosidad inasumible, según su criterio. A pesar de ello, Maestri si descubrió una posible ruta por el collado que llamaría de la Conquista, en contrapartida al de Bonatti.
Esa misma linea sería la que intentaría al año siguiente junto con un gran especialista en escalada en hielo llamado Toni Egger. De esa expedición solo volvería Maestri, con una presunta cima que daría pie a una de las mayores disputas que se recuerden en la historia del alpinismo.
La ascensión de Maestri y Egger. 1959.
A principios de 1959, el equipo formado por Cesare Maestri, Toni Egger y Cesarino Fava -amigo de Maestri- llegaba al pie del Cerro Torre. Lamentablemente, Egger se había herido un pie lo que había conllevado una pequeña infección. Esto le dejaría fuera de juego inicialmente, sin embargo, para ir equipando la parte baja de la ruta, Maestri podía contar con la ayuda de Fava.
Durante esos primeros días, Maestri y Fava equiparon tres campamentos, abriendo ruta hasta el llamado «nevero triangular«. Para finales de enero Egger ya se había recuperado totalmente, entonces trazaron un audaz plan: subirían material de escalada, víveres y sacos de dormir al collado de la Conquista y desde ahí se lanzarían en estilo alpino -sin fijar cuerdas ni mas campamentos- a la cima.
Al día siguiente alcanzarían el collado y Fava, sin las habilidades suficientes para emprender una empresa de esas dimensiones, comenzaría el descenso. A partir de ahí pasaron dos días en los que Egger y Maestri se enfrentaron a una escalada de aproximadamente 750m que separan el collado de la cima del Torre.
Tras la cima el tiempo cambió, la nieve comenzó a derretirse y las avalanchas comenzaron a barrer la ruta. Tras otro vivac por encima del nevero y próximos a la seguridad de las cuerdas fijas, cuando se disponían a pasar otra noche, una avalancha barrió a la cordada. Maestri que se encontraba en una reunión pudo agarrarse pero Egger desapareció para siempre.
En su descenso, Maestri sufrió una caída quedando tendido en el glaciar. Mientras tanto, Fava que llevaba 6 noches esperando en el Campo III, supuso que había ocurrido lo peor y que sus amigos no volverían. El destino quiso que durante su bajada a primeros de febrero, consiguiese ver poco más arriba una figura. Al acercarse, descubrió a Maestri medio enterrado en la nieve.
Primeras dudas.
Maestri regresó a Trento como un héroe. La prensa se hizo eco de la ascensión, dió numerosas entrevistas e incluso le dieron la Medalla de oro de la ciudad. El mundo del alpinismo también recibió con alabanzas la hazaña. El American Alpine Journal dijo que «con esta ascensión finalizaba la edad dorada de la exploración en Patagonia» y toda una leyenda como Lionel Terray la calificó como «la más grande hazaña del alpinismo de todos los tiempos«.
A pesar de ello, pronto empezaron las dudas. Estas venían motivadas por la ausencia de pruebas ya que, según Maestri, las cámaras las llevaba Egger y se perdieron con él. El confuso relato que hacía de la parte final de la escalada tampoco ayudaba a mitigar las suspicacias.
Finalmente, el célebre alpinista Carlo Mauri escribió un artículo en el que, sin citar expresamente a Maestri, se refería al Cerro Torre como una montaña aún sin escalar. La polémica se internacionalizó cuando Ken Wilson, reputado director de la revista Mountain, publicó un pormenorizado análisis donde contrastaba tanto el relato de Maestri como el de Fava y las inconsistencias que presentaban. Su conclusión fue rotunda: en su opinión Maestri y Egger no habían subido al Cerro Torre. Además, los sucesivos intentos fallidos de ascenso parecían corroborar esta tesis.
Regreso al Cerro Torre. 1970
Maestri, viendo manchado su nombre, decidió volver al Torre y demostrar que podía subir. Sin embargo, poco tendría que ver esta ascensión con la supuesta primera de 1959. En esta ocasión, Maestri eligió otra ruta diferente y en lugar del estilo limpio que usó con Egger, esta vez llevó consigo un gran compresor a gas.
Armado con la famosa máquina, Maestri cosió a buriles la ruta, realizando mas de 300 taladros. Gracias a este estilo pudo ascender hasta el lugar donde empieza el famoso hongo somital -un enorme cúmulo de hielo que corona el Cerro Torre-. Según Maestri el hongo «no forma parte de la montaña» que acaba donde «termina la roca«, así que dio por buena la ascensión pese a no escalar el hongo.
Durante el descenso, a Maestri le informaron por radio que una expedición española tenía intención de repetir esa misma vía. La presencia en ella de alpinistas que habían dudado de su cima de 1959 le llenó de rabia y se propuso destruir la vía por la que acababa de subir. Cortó las cuerdas fijas, inutilizó a martillazos el compresor -que dejó colgando- y se dedicó a destruir cuantos buriles pudo. Ésta furibunda actividad ponía en peligro su seguridad y finalmente sus compañeros le hicieron desistir, permaneciendo la gran mayoría de los buriles.
Nueva polémica
Con esta nueva ascensión, Maestri lejos de acallar las críticas, avivó más la hoguera. El uso a discreción del compresor se consideró casi un atentado contra la montaña. Los alpinistas más famosos del momento alzaron su voz contra esta actividad. Bonatti afirmó que se trataba de «la conquista de la técnica» frente a «la conquista del hombre» que suponía para él el alpinismo.
Más duro fue el tirolés Reinhold Messner, que arremetía duramente contra Maestri en su famoso artículo «El asesinato de lo imposible«. En su opinión, si «cancelamos lo imposible en la montaña usando ciertas ayudas tecnológicas, el alpinismo moriría«.
Además, esta nueva ascensión suscitó nuevas dudas a los críticos con la ascensión de 1959. Ya que sí Maestri había sido capaz de culminar esa primera escalada, ¿por qué en este caso había optado por otra ruta y otro estilo?. De estas acusaciones Maestri se defendería diciendo que su intención no era desquitarse de las críticas del 59, si no demostrar que él podía subir por donde no lo habían logrado las otras cordadas.
Un debate sin fin.
La historia de Maestri con el Cerro Torre traspasó el pequeño círculo montañero. Sobre ella se escribieron varios libros y artículos e incluso Werner Herzog rodó una película inspirada en la ascensión de Maestri y Egger llamada «Grito de piedra«.
Los detractores y defensores de Maestri debatían vivamente y el caso pasó a la historia como un paradigma entre «la palabra del montañero» y la necesidad de «pruebas de cima«. La via del compresor pasó a ser la ruta normal al Cerro Torre y los buriles jamás dejaron de ser polémicos.
En 2010 David Lama se vería envuelto en una nueva polémica cuando después de abandonar su intento al Cerro Torre, se descubrieron nuevos clavos en la ruta de Maestri. En realidad se realizaron para asegurar a su equipo de filmación y no para su escalada. Red Bull emitiría un comunicado en el que justificaba la no retirada de los clavos con su intención de retomar el proyecto próximamente. A pesar de todo, llovía sobre mojado y hubo quien lo consideró una nueva afrenta a la montaña.
La polémica sobre los buriles de Maestri continuaría en 2012 cuando Jason Kruk y Hayden Kennedy retiraron casi un centenar de ellos con la intención de devolver su esencia de «imposible» a la pared. Esa actuación provocó críticas por parte de algunos escaladores de El Chaltén que veían cómo se reducirían las posibilidades de escalada, llegando incluso a ser detenidos por la policía.
En la misma linea se manifestó Lama, quién tras haber escalado en libre la vía ese año, opinaría que Kruk y Kennedy «no tenían derecho a tomar esa decisión«. En su opinión sí querían escalar en libre, podían hacerlo -como lo hizo él- evitando tocar los buriles, pero no desmantelar una via histórica.
Por otro lado, alpinistas como Messner, Bonington, Fowler o Steve House aplaudieron esa actividad, que se vería ratificada con la mención de honor en los Piolets de Oro de 2013.
Nuevos datos sobre la ascensión de 1959
Respecto al éxito de la expedición de 1959, el debate nunca cesó entre escépticos y defensores. Entre estos últimos se encontraba Ermanno Salvaterra que defendió enérgicamente durante años a Maestri frente a Ken Wilson.
Ese afán de defensa le llevó en 2005, junto con Garibotti y Beltrami, a realizar una expedición a la misma ruta usada por Maestri y Egger. Sin embargo, su opinión cambió fruto de esa ascensión. Mientras que en las partes bajas encontraron múltiples pruebas de su paso, no fueron capaces de encontrar nada más arriba, pese a su empeño.
«Si hubiera encontrado algo, no necesariamente cerca de la cima, sino incluso más allá del primer campo de nieve, esto hubiera sido suficiente para mí«, expresaba resignadamente Salvaterra. A esto, Maestri contestaría diciendo que la ruta discurría por hielo y nieve y que, por tanto, podía haber desaparecido todo sin que eso fuera prueba de nada.
Los restos de Egger
En 1975, un alpinista llamado Jim Donini se encontraba descendiendo junto con sus compañeros del vecino Cerro Standhardt cuando encontró los restos de Egger. En realidad descubrieron poca cosa: una bota, un piolet, un fragmento de tibia,… pero ni rastro de la cámara. Se pensó -como ocurre a veces- que el glaciar habría arrastrado unos dos kilómetros sus restos, devolviéndolos en esa zona.
Sin embargo, en 2015 el que fuera compañero de Salvaterra en 2005, Rolando Garibotti, hizo públicas unas interesantes reflexiones sobre la muerte de Egger.
Todo partiría de un libro publicado por Maestri en 1961 titulado Arrampicare e il Mio Mestiere. En la página 65 se podía ver una foto de Egger escalando lo que, según decía el pie de foto, era la parte baja del Cerro Torre.
Garibotti, gran conocedor de la zona, fue incapaz de reconocer ese tramo y eso despertó su curiosidad. Tras cotejarlo con infinidad de fotos de su archivo, por fin reconoció el lugar. No contento con ello, acudió a la zona para intentar recrear la foto.
Para su sorpresa no se correspondía con el Cerro Torre, sino cerca del collado Standhardt, bastante alejado de la zona explorada en el 59. Esto no se correspondía con el relato de Maestri, que jamás había mencionado esa zona y, siguiendo su linea de tiempo, no había posibilidad ni motivo que hubiese justificado esa exploración.
Para Garibotti solo había una razón para que estuvieran escalando esa zona. Trataban de acceder a la cara oeste donde un año atrás había progresado la cordada formada por Bonatti y Mauri.
Esto, junto con el lugar en el que fueron encontrados los restos de Egger, le llevaron a conjeturar que ante la imposibilidad de progreso, la cordada habría abandonado la cara este para tantear la cara oeste -como sugiere el lugar fotografiado-. Por desgracia, al tratar de acceder a ella se habría producido el fatal accidente de Egger.
Esta afirmación no solo negaba la cima de 1959, sino que dejaba en muy mal lugar a Maestri. Le acusaba de mentir también sobre el fatídico desenlace de su compañero.
Sea como fuere, la muerte de Fava en 2008, hace que la única persona que sepa realmente lo que pasó sea Cesare Maestri. Pero la Araña de los Dolomitas, a sus 89 años, está hastiado de la polémica que le acompaña los últimos 40 años de su vida. Con cierto poso de amargura, solo afirma que si tuviera una varita mágica borraría el Cerro Torre de su vida.
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